¿Es usted de los que bota el
papel del dulce, la colilla de cigarrillo o el chicle que acaba de masticar a
la calle? Pocas personas saben que, por más diminuta que parezca, esa basura
que arrojan a las calles de las ciudades puede terminar flotando en los ríos,
lagunas, e incluso, en los mares del país.