Dentro de las terapias de sonido y la
musicoterapia, existe una que ha comenzado a obtener popularidad debido a sus
fantásticas propiedades de relajación y sanación por medio de distintas
frecuencias en el sonido. Es la que se realiza con instrumentos tibetanos, una
terapia que también podría decirse, posee una carga artística y algo de magia.
El
sonido o la música al tener contacto con el oído y todo el cuerpo es llevado
como información hacia el cerebro, el cual codifica la información mediante las
neuronas y la transmite mediante los neurotransmisores, neuromoduladores,
químicos y gases hacia el sistema nervioso, y a diferentes partes del cuerpo,
generando una conducta-emoción; es por esto que un sonido (sonidos de los
cuencos cantores, vibración sonora), una nota o una pieza musical puede
contribuir de alguna manera a una respuesta curativa (relajación, distensión
muscular, creatividad, optimismo, incremento de la respuesta inmunológica del
cuerpo, etc.) o como también conductas negativas: la violencia, la tristeza, la
depresión, etc.
Las fuerzas
sanadoras y transformadoras de los cuencos tibetanos, la vibración sonora y de
otros instrumentos exóticos, como el didgeridoo
y el palo de lluvia, se emplean cada vez con mayor frecuencia en el cuidado de
la salud con los métodos alternativos modernos y también con los tradicionales.
En general, es más común la terapia por sonidos, como cantar mantras y la
armonía de la vibración sonora.
Obviamente,
ciertas enfermedades como el reumatismo o el cáncer, o incluso dolencias tales
como los dolores de cabeza o la fatiga, no pueden curarse con terapia de
sonidos o con cuencos cantores solamente. Hay diversos remedios e innumerables
factores, y todos colaboran con la sanación, siendo el más trascendental el
propio deseo del paciente por curarse. Además, una actitud de interés positiva,
la compasión y la intención por parte del terapeuta, también desempeñan un
papel importante. Todos estos factores contribuyen con el potencial para la
cura o la transformación.
En las
terapias alternativas, como la medicina a base de hierbas, la homeopatía o la
acupuntura, el cuerpo es considerado como algo más que una colección de
miembros y órganos dispersos; se percibe como un sistema completo, en el cual
todas las funciones y partes están interrelacionadas y son codependientes. Esta
perspectiva holística requiere de un enfoque responsable y científico, y de una
gran medida de comprensión, sabiduría e intuición por parte de los doctores y
terapeutas.
La profesión
del terapeuta que emplea cuencos cantores aún es bastante nueva. Algunos de
estos terapeutas tienen muchos años de experiencia y realizan capacitación
profesional en las terapias alternativas o tradicionales psicológicas y/o
físicas, complementadas por su propia investigación experimental sobre los
sonidos y los cuencos cantores. Otros entraron en contacto con estos cuencos
por su entrenamiento y experiencia musical, y siguieron explorando esta área en
mayor profundidad.
Para la
gente que trabaja con cuencos cantores pero no tiene un antecedente médico
particular o capacitación en psicología o musicoterapia, el título de
“terapeuta” tal vez puede resultar una exageración, y sería más apropiado
referirse a su trabajo como “tratamiento con cuencos cantores”. Alguien que
trata a sus clientes con cuencos cantores, en general, no deberá describir este
“tratamiento” como médico, sino como una manera de emplear energías
transformadoras a fin de establecer o restaurar la armonía del consultante,
para que alcance la integridad o logre un estado diferente de conciencia; en
otras palabras, es una manera de crear una posibilidad de recobrar y mantener
el sentido original de bienestar de la persona.
Ocasionalmente,
los terapeutas que utilizan cuencos cantores se enteran que sus consultantes,
después de tan sólo una sesión, experimentan cierto alivio ante problemas tales
como insomnio, dolor de espaldas o dificultades para hablar. Sin embargo, este
tipo de curas “milagrosas” deberán considerarse relacionadas con la situación
de esa persona específica, en ese momento. No significa que todos
experimentarán un inmediato alivio.
Además de curar, el proceso de transformación incluye
la práctica de la meditación, que es un puente para el crecimiento personal y
espiritual. La concentración y el silencio es un elemento esencial en la
meditación, y su “correcto” significado y práctica resulta un tema inagotable.
La meditación como tal se podría definir como estar en el aquí y ahora,
presente en tu propio centro.
Esta es una terapia que se ha practicado
durante cientos de años en el Tíbet por los monjes budistas.
Con el paso del tiempo, la terapia se conoció
en otras partes del mundo y hoy, cientos de años después, esta antigua terapia
alternativa es utilizada para buscar alivio, sanación, eliminar estrés y calmar
algunos tipos de dolores e incluso, hay quienes afirman que ayuda en la
prevención de algunas enfermedades de gran magnitud como el cáncer.
Generalmente se suele relacionar esta terapia
con el uso de cuencos cantores, sin embargo, la terapia de relajación y
sanación del sonido, se basa en tres instrumentos tibetanos claves: los cuencos
cantores, la ganta y las tingshas.
Los cuencos cantores son de cualquier modo,
el instrumento más importante. Cada uno de los platos se elabora en una base de
siete partes de aleaciones de metal y son ajustados en distintas afinaciones
para provocar unos cinco tipos de frecuencias distintas. Mientras los
instrumentos son elaborados, se desarrollan cantos espirituales y mantras a
modo de infundirle a los instrumentos cierta carga espiritual.
Mediante el uso de estos tres instrumentos
para crear sonidos en varias frecuencias, se busca llegar a un estado de trance
a través de la concentración. Este estado de trance le permite al cuerpo sanar
naturalmente y relajarse por completo, reparándose así mismo.
En teoría, cada instrumento cumple una
función y trabajando en conjunto, trabajan a nivel celular. Lo que se busca es
que cada célula del cuerpo sienta las vibraciones del sonido, por lo cual se
necesita una enorme concentración. Los cuencos cantores con sus fuertes
vibraciones se encargan de estimular las células del cuerpo, la ganta es una
campana y se encarga de la unificación mientras que por último son las tingshas
quienes se encargan de iniciar el proceso de sanación.
Se cree que las vibraciones producidas por
estos sonidos y sus frecuencias, estimulan el sistema nervioso, provocando la
liberación del cuerpo y los inhibidores del dolor, beneficiando los procesos de
sanación propios del cuerpo.
En occidente, quizás la eficacia de esta
terapia puede ser lógicamente, mucho más cuestionada que en muchas regiones de
oriente, sin embargo, muchas personas la utilizan a modo de relajación y
liberación de estrés, mientras que por otro lado, también se utiliza como
terapia complementaria en tratamientos de enfermedades.
Al escuchar los sonidos elaborados por estos
instrumentos, fácilmente logramos sentirnos más tranquilos y con menos
tensiones debido a la gran capacidad que estos tienen para transmitir armonía y
sentimientos de paz.
Muchas gracias José:
ResponderBorrarEs cierto que éstos sonidos nos proporcionan paz...
Saludos
Sagrario