De todos los ingredientes
necesarios para el éxito –como el talento, la perseverancia, el esfuerzo y la
imaginación– quizás el más importante es la disciplina. Esta no es otra cosa
que la cualidad de cumplir con una tarea, sin importar si tienes o no deseos de
llevarla a cabo. Sin disciplina, ahorrar, bajar de peso, dejar de fumar, hacer ejercicios –en fin, cualquier meta, por
sencilla que sea– se vuelve difícil, sino imposible.
Para desarrollar esta
importante cualidad en tu vida, sigue estos pasos:
1. Primero,
reconoce en qué áreas de tu vida te falta disciplina, como la dieta, la
economía, etc. Repasa cuáles son las consecuencias de tu indisciplina: el
sobrepeso, los problemas de salud, los apuros económicos, los conflictos
familiares, etc. Piensa en cómo estos afectan tu vida, robándote felicidad y
paz. Ahora visualiza –con lujo de detalles– cómo sería tu vida sin esos
problemas. Comprobarás que la disciplina, lejos de incomodarte, te libera para
vivir tu vida sin preocupaciones y sin la espada de Damocles de todo lo que
tienes por hacer, colgando sobre tu cabeza. Cuando actúes de una manera
disciplinada descubrirás que tienes más tiempo, energía y paz mental para
disfrutar de la vida.
2. Anota
qué pasos debes dar para comportarte de una manera disciplinada en esa área.
Por ejemplo: “Debo crear un presupuesto de mis gastos mensuales y separar un
día de la semana para hacer los pagos y conciliar la cuenta de cheques”.
3. Crea tu
“Plan de acción”. Este consiste de un paso-a-paso de cómo actuarás de ahora en
adelante en esa área de tu vida. Es importante que no te extralimites al
comienzo; sé realista. Si hasta ahora no logras ejercitarte más de una vez al mes,
no propongas hacer una hora de ejercicios aeróbicos todos los días. Tus metas
deben ser accesibles y alcanzables, para ir construyendo sobre ellas. La
disciplina es como un músculo que debes ejercitar día a día para que vaya
fortaleciéndose.
4. Aprende
a controlar la adicción a la gratificación instantánea, que es la gran enemiga
de la disciplina. “Es muy temprano; haré los ejercicios más tarde”; “Un dulce
no va a arruinar mi dieta”; “Esta oferta es demasiado buena para dejarla pasar;
el mes que viene empiezo a ahorrar”.
Todas estas excusas corroen tu resolución y te alejan de tus metas. Mira esa
tarea como una labor no negociable; algo que tienes que hacer, te guste o no,
como lo es cepillarte los dientes o peinarte antes de salir de casa. Cuando le
das muchas vueltas en la cabeza, te agotas antes de comenzar. Como el famoso
dicho de la marca Nike, no lo pienses: ¡simplemente hazlo!
5. Sigue
el plan durante 21 días consecutivos, que es la cantidad de tiempo que toma
fijar un hábito, de acuerdo con los expertos. Si fallas antes de las tres
semanas, vuelve a comenzar desde el comienzo hasta llegar al día 21.
6.
Elimina
la voz negativa y escucha la positiva. Si antes nunca conseguiste mantenerte en
la dieta o dentro de tu presupuesto, quizás hay dentro de ti una voz negativa
que a cada rato te lo recuerda, o que te hace creer que el fracaso es
inevitable. Reconoce esa voz y recuerda que es solo un pensamiento en tu cabeza
que te desmotiva y trata de llevarte a la zona de confort, que no es otra cosa
que la rutina de siempre. Pero ya conoces los beneficios de ser disciplinado.
Calla esa voz y suplántala con la voz positiva, la que te recuerda que si te mantienes firme en tus propósitos,
alcanzarás tus metas.
7. Lleva
una agenda donde anotas tu progreso y, sobre todo, tus recaídas. Es importante
que veas cualquier desviación de tus planes como un bache, no como una derrota.
Si pecas con un dulce, esto no quiere decir que tu dieta está arruinada para
siempre; acepta el fallo y vuelve al plan inmediatamente. Como dicen los
japoneses: “Si te caes siete veces, levántate ocho”. A fin de cuentas, la
disciplina no es otra cosa que la consistencia.
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