lunes, 17 de agosto de 2015

Siempre hay una solución a tus problemas

La preocupación tampoco te ayuda. No solo quema tus nervios, convirtiéndote en un maniático, sino que pone en tensión a tu corazón. Cuando acabas el trabajo diario, olvídalo; no cargues con él mentalmente. La preocupación solo nubla tu mente y no permite pensar con claridad. Deberías aprender a apoyarte más en Dios. Esto es una ciencia, una ley divina. Siempre hay una solución para tus problemas; y, si tomas el tiempo necesario para pensar, cómo solucionar la causa de tu malestar en vez de preocuparte por ella, te convertirás en un maestro.



Siéntate, medita, y haz una plegaria; una vez se han calmado interiormente; piensen en las formas de solucionar tus problemas. Cuando la mente halla la calma en Dios, cuando la fe es poderosa, enseguida encuentras una solución. Ignorando tus problemas no harás que desaparezcan, pero tampoco lo harán si te preocupas por ellos. Medita hasta que te hayas calmado; entonces concéntrate en ese problema y ruega a Dios profundamente para que te ayude. Piensa en el problema y hallarás una solución sin pasar por el dolor de la preocupación.

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