La preocupación tampoco te ayuda.
No solo quema tus nervios, convirtiéndote en un maniático, sino que pone en
tensión a tu corazón. Cuando acabas el trabajo diario, olvídalo; no cargues con
él mentalmente. La preocupación solo nubla tu mente y no permite pensar con
claridad. Deberías aprender a apoyarte más en Dios. Esto es una ciencia, una
ley divina. Siempre hay una solución para tus problemas; y, si tomas el tiempo
necesario para pensar, cómo solucionar la causa de tu malestar en vez de
preocuparte por ella, te convertirás en un maestro.
Siéntate, medita, y haz una
plegaria; una vez se han calmado interiormente; piensen en las formas de
solucionar tus problemas. Cuando la mente halla la calma en Dios, cuando la fe
es poderosa, enseguida encuentras una solución. Ignorando tus problemas no
harás que desaparezcan, pero tampoco lo harán si te preocupas por ellos. Medita
hasta que te hayas calmado; entonces concéntrate en ese problema y ruega a Dios
profundamente para que te ayude. Piensa en el problema y hallarás una solución
sin pasar por el dolor de la preocupación.
Mil gracias por tan maravillosos escritos..
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