Yo, tu Ángel

YO, tu ángel...

¡Siente! Siente, ahora, la suave brisa de tu ángel que llega hasta ti. Allí en tu hora más oscura yo estoy a tu lado consolándote, mi mano te acaricia y busca que tú la sientas.

Si lograra que tú la sintieras, que sintieras cuanto amor hay en ella para ofrecerte, estoy seguro que de inmediato secarías tus lágrimas y esbozarías una enorme sonrisa. Sería tan grande que sabrías que proviene de lo más hondo de tu corazón.

El día que tu decidiste dejar de ser un ángel y bajar a la tierra yo decidí acompañarte. Sabía que me necesitarías; sabía que en tus grandes alegrías quizás me olvidarías (pero, no por ingratitud sino porque cuando estás alegre ya sientes la presencia del padre); sabía que en tus tristezas me cuestionarías porque crees que allí todos te han abandonado.

¡Cuánto te equivocas! Yo tu ángel te digo que estoy junto a ti para consolarte, para mimarte, para cobijarte, para darte la mano y que sientas el calor de la energía más pura - la que proviene del ser más noble que existe- ese ser que habita justo dentro de ti misma/o. Tantas veces escuchaste: ¡SONRÍE

DIOS TE AMA; pero... ¿cuántas veces realmente lo sentiste? Allí es adonde quiero conducirte: a que lo sientas; a que sientas que el cielo te agradece porque estás recibiendo la luz de Dios que quiere agradecerte porque aceptaste ser un ser pleno, porque aceptaste vivir en la Tierra...

Sí, el cielo te agradece, y muchos seres te lo agradecemos, la grandeza de tu planeta es única (la grandeza de Dios también lo es), el regalo que el padre preparó para ti ¿entiendes eso?

Dios creó todo para que tú estés bien, para que la abundancia de cada día llegue a ti. Claro... si estás tapado de deudas y de compromisos es muy difícil que lo veas.

Pregúntate cuántas veces al caminar levantas la vista al cielo para ver la presencia de estos regalos de Dios.

¿No crees en Dios? Entonces cree en que gracias a un ser supremo - sea como sea que quieras llamarle- respiras, y eso ya es maravilloso.