Es cada vez más la importancia
que se le da a la relación que existe entre lo que sentimos y nuestros estados
de salud. Para algunos no es nada nuevo saber que la ira y el miedo, por
ejemplo, son dos de las emociones que generan prácticamente todos los males o
afecciones de los que puede padecer un ser humano. Sin embargo, para muchos aún
es un poco complicado comprender como sus emociones influyen en su salud. Esto
se debe a que de pequeños nos acostumbraron a que las curas y los remedios para
lo que nos dolía estaba “allá afuera”, ya sea en un medicamento, jarabe,
pastilla, etc.
El televisor está lleno de
propaganda que anuncia una larga lista de productos maravilla para solucionar
desde el sobrepeso hasta la gastritis, los problemas del corazón, etc. Curar
rápido es lo que pretendemos cuando tenemos una enfermedad. Sin duda es siempre
una alternativa muy cómoda y practica ir a la farmacia a comprar remedios para
esto y lo otro, estamos habituados a ir al doctor para que nos diga que
tenemos, y descartamos la posibilidad de curarnos a nosotros mismos porque no
creemos que tengamos este poder curativo… ¡Nadie nos dijo cómo!
Y sin embargo, el cuerpo puede
curarse prácticamente de cualquier afección, el único problema es que
rechazamos la idea, no creemos que podamos hacerlo, y entre menos creemos, más
dependientes nos hacemos de medicamentos y doctores.
¿Por qué si nuestras células se
regeneran y renuevan totalmente en algunos días, (incluso la de los huesos),
seguimos enfermos? Si somos seres nuevos cada determinado tiempo, ¿porque no
nos curamos? ¿Qué es lo que mantiene la enfermedad “pegada a nosotros”? Para
curarse uno mismo, es imprescindible empezar a comprender cómo es que las
emociones influyen en nuestro estado de salud.
¿Qué son las emociones?
Las emociones son reacciones que
suceden en nuestro cuerpo ante las distintas experiencias que vivimos: la
tristeza, el miedo, la soledad, la ansiedad la alegría, la ira, etc., son
algunas de las formas que tenemos para responder a lo que nos sucede.
Muchas personas creen que sentir
odio o ser violento, o tener sentimientos de miedo o ansiedad está mal. Pero en
realidad, ninguna emoción es mala, todas son simplemente reflejos de la forma
en como vemos y entendemos el mundo.
Las emociones y el cuerpo
El cuerpo es como una esponja:
además de absorber los nutrientes y energía de los alimentos, también es muy
susceptible a almacenar la forma en como sentimos la vida. El enojo es una
emoción de resistencia, de control. Se puede manifestar de muchas formas: cuando
somos intolerantes, desesperados, tenemos sentimientos de violencia o de
venganza.
Para no ir más lejos,
biológicamente podemos sentir los efectos evidentes de la emoción en nuestro
cuerpo si nos observamos.
Efectos del Enojo en El Cuerpo
Cuando estamos muy enfadados:
· Todo el cuerpo se tensa.
· La sangre circula más lento
· Los músculos y articulaciones se engarrotan.
· Se altera y rompe su equilibrio el sistema
cardiovascular, hormonal y nervioso.
· La presión arterial se desequilibra y hay un
aumento descontrolado en la frecuencia cardíaca y en la testosterona.
· Se altera la actividad cerebral, especialmente
los lóbulos frontal y temporal, de una forma negativa.
· La bilis se derrama dentro del cuerpo, la sangre
se envía a la periferia dejando a órganos importantes sin sangre.
Si nos imaginamos que todos estos
efectos suceden una, dos tres o hasta más veces al día, si nos imaginamos que
estos efectos están en nuestro cuerpo una semana, dos meses, 10 años, 40 años…
¿Cómo podría sentirse el cuerpo después de estar sufriendo este desgaste severo
interior? Y a esto no se le ha agregado los síntomas que producen el miedo o la
tensión, por ejemplo, que aunque son muy similares a los efectos del
enojo, son muchas veces más acentuadas.
En realidad no es que este mal
enfadarse o sentir miedo, ansiedad, etc. El problema es que, como no sabemos qué
hacer con lo que sentimos, muchas veces guardamos el enojo, la ira, o lo
disfrazamos u ocultamos, así como el miedo y la tensión.
Pero el cuerpo no miente. El
cuerpo refleja tarde o temprano todo lo que hemos sentido por dentro: si has
estado tenso, por ejemplo, o has querido controlar frecuentemente las
situaciones o a las personas, entonces lo más probable es que tus
articulaciones, por ejemplo, padezcan de endurecimiento y dolor ¡están cansadas
y agotadas de estar bajo una severa tensión! Así mismo, si las emociones que
predominan en tu vida son, por ejemplo, de incertidumbre o miedo, lo más seguro
es que padezcas de gastritis o problemas del estómago o intestinales, o podría
degenerar en problemas de vista o nerviosos. La decepción o desilusión, por
otro lado, pueden degenerar en diabetes o lupus, o anemia e incluso infecciones
severas.
La tensión y el agotamiento de
sentir la vida se guarda como piedritas en el almacén de nuestro cuerpo.
Incluso aquellas emociones que creemos olvidadas de tiempo atrás, muchas veces aún
siguen ahí, creando tensión y dolor emocional en nuestras vidas.
Es por eso la importancia de
comprender lo que sentimos. Muchas veces vivimos tan deprisa que no nos damos
el tiempo de asimilar lo que sentimos y vivimos, evadimos los mensajes tan
valiosos que nos quieren dar las emociones, las cuales lo único que quieren es
llevarnos a que nos conozcamos y nos comprendamos mejor como seres humanos.
Si sientes que eres muy enojón o
te desesperas a menudo, si tienes problemas de ansiedad o nerviosismo, puedes
empezar a practicar alguna actividad que te ayude a canalizar esta energía
emocional. El Yoga y Tai-chi son actividades especialmente efectivas, así como
el kick boxing, el cual es muy bueno para descargar la energía del enojo.
Muchas veces no basta con
descargar la emoción, es necesario que leas textos que te retroalimenten y te
hagan sentir mejor, y te den nuevas perspectivas de la vida para que te
conozcas y sientas más libre y confiado contigo mismo y con todo lo demás.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario