La vida está llena de
comienzos. Y a cada persona se le presentan todos los días y a todas horas. La
mayoría de los comienzos son pequeños y
parecen triviales e insignificantes, pero, en realidad, son lo más importante de la vida.
Observa cómo, en el
mundo material, todo se origina a partir de pequeños comienzos. El río más caudaloso es al
principio un pequeño riachuelo que hasta un
saltamontes podría
cruzar de un salto; las grandes inundaciones comienzan apenas con
unas gotas de lluvia; el robusto roble que ha soportado las tormentas de mil inviernos, una
vez fue una bellota; y un insignificante fósforo que se deja caer por descuido,
puede iniciar un incendio y devastar todo un pueblo por
el fuego.
Considera, también, cómo
en el mundo espiritual las cosas más grandes provienen
de los comienzos más pequeños.
Una insignificante fantasía puede ser el inicio de un invento maravilloso o
una obra de arte inmortal; pronunciar una simple frase puede dar un giro a la historia; un
solo pensamiento sincero puede dar paso a la acción de un poder de renovación
mundial; y un impulso animal momentáneo puede conducir al crimen más oscuro.
¿Eres consciente de la
enorme importancia de los comienzos? ¿Sabes realmente
lo que conlleva un comienzo? ¿Te das cuenta de la cantidad de comienzos que llevas a
cabo de una manera constante y comprendes la importancia que éstos tienen? Si
no es así, acompáñame durante un breve espacio de tiempo e investiguemos con
una mente reflexiva estos tan ignorados
caminos de bendiciones,
ya que son benditos cuando se acude a ellos con sabiduría, y contienen una gran
fuerza y un alivio para la mente que sabe comprender.
Un comienzo es una causa
y, como tal, va seguido de un efecto o una cadena de efectos, y ese efecto
siempre será de la misma naturaleza que la causa. La naturaleza de un impulso
inicial siempre determinará la esencia de sus resultados. Un comienzo también
presupone un fin, una consumación, un logro
o una meta. Una puerta siempre conduce a un camino y ese camino nos lleva a algún destino
en particular. Por lo tanto, un comienzo nos conduce a obtener resultados y los
resultados nos llevan a un fin.
Existen los comienzos
adecuados y los comienzos equivocados, a los que les
siguen efectos de una naturaleza similar. A través del pensamiento atento puedes evitar los
comienzos equivocados y hacer que surjan los
comienzos adecuados, y,
de esta manera, escapar de los malos resultados y disfrutar de los buenos.
Hay comienzos sobre los
que no se puede ejercer ningún control ni autoridad.
Éstos están afuera, en el universo, en el mundo de la naturaleza que te rodea y en otras
personas que tienen la misma libertad que tú. No te preocupes por ese tipo de
comienzos, dirige tus energías y tu atención hacia aquellos
comienzos sobre los que tengas completo control y autoridad, porque son éstos los que
determinan la compleja red de resultados que componen tu vida. Estos comienzos
se encuentran en el reino de tus propios pensamientos y acciones; en tu actitud
mental ante las diferentes circunstancias que atraviesas; en tu conducta
cotidiana. En pocas palabras, en la manera en que diriges tu vida, que es lo
que hace que tu mundo sea un mundo sano o un mundo enfermo.
Si quieres lograr una
vida de felicidad, una de las formas más sencillas de comenzar es tener en
cuenta los actos y pensamientos cotidianos, es decir, el comienzo de la vida
diaria.
¿Cómo comienzas cada
día? ¿A qué hora te levantas? ¿Cómo inicias tus tareas y obligaciones? ¿Con qué
actitud mental emprendes la vida sagrada de cada nuevo día? ¿Cómo puedes
responder a tu corazón estas importantes preguntas? Descubrirás que tanto la
felicidad como la infelicidad son una consecuencia de un inicio del día adecuado
o equivocado, y que, cuando cada día se empieza a vivir sabiamente, las
secuencias felices y armoniosas marcarán su curso, y la vida en su totalidad no
se alejará de la más ideal felicidad.
Levantarse de la cama a
una hora temprana es un modo apropiado y sano de comenzar el día. Aun cuando
tus tareas cotidianas no te lo exijan, es sabio hacer de esto un deber y
empezar el día con un ímpetu tan vigoroso y arrollador que haga sucumbir a la
indolencia. ¿Cómo podrás desarrollar la fuerza de voluntad de la mente y del
cuerpo si empiezas todos los días rindiéndote a la debilidad?
Tras la autoindulgencia,
siempre viene la infelicidad. Las personas que se quedan en la cama hasta muy
tarde nunca se levantan inspiradas, alegres y frescas, sino que son presas de
la irritabilidad, la depresión, el agotamiento, los trastornos nerviosos, las
fantasías anormales y todos los estados de ánimo que acarrea la infelicidad.
Éste es un precio muy alto que hay que pagar por la indulgencia diaria. Ser
demasiado condescendientes con nosotros mismos es tan perjudicial como la dosis
diaria de alcohol que bebe el borracho convencido de que así calma sus destrozados
nervios. De la misma manera, la persona que se queda en la cama está convencida
de que necesita largas horas de descanso como un posible remedio para su estado
de ánimo, su agotamiento y otro tipo de trastornos originados por la
indulgencia. Los hombres y las mujeres no son en absoluto conscientes de las
grandes pérdidas a las que se exponen con este tipo de indulgencia tan habitual:
la pérdida de fortaleza, tanto mental como física, la pérdida de la
prosperidad, la pérdida de conocimientos y la pérdida de la felicidad.
Por lo tanto, empieza el
día levantándote temprano. Si no tienes ningún motivo para hacerlo, no importa;
levántate, sal a dar un tranquilo paseo y camina entre las maravillas de la
naturaleza. De esa forma, experimentarás entusiasmo, deleite y te sentirás
fresco y renovado, sin mencionar la paz mental que compensará con creces tu
esfuerzo. A un buen esfuerzo le sucede otro. Así que cuando una persona empieza
el día levantándose temprano, aunque lo haga sin ningún otro propósito,
descubrirá que el silencio de la hora temprana lo conduce a la claridad mental
y a la calma del pensamiento, y que su paseo matutino le permite convertirse en
un pensador secuencia! Así podrá observar la vida y sus problemas, observarse a
sí mismo y a sus propios asuntos bajo una luz más clara. Y, con el tiempo, se
levantará temprano con el propósito expreso de preparar y armonizar su mente
para enfrentarse a todas y cada una de las dificultades del día con la
sabiduría y la fortaleza que brinda la tranquilidad.
De hecho, existe una
influencia espiritual durante las primeras horas de la mañana, un divino
silencio y un sosiego indescriptible. Y aquella persona que, con toda
determinación, se quita de encima el manto de la complacencia y escala las
colinas para dar la bienvenida al sol de la mañana, también logrará escalar la
gran distancia que lleva a las cimas de la felicidad y la verdad.
A este correcto inicio
del día le seguirá la alegría de un desayuno que impregnará el hogar con una
atmósfera resplandeciente e incitará a emprender las tareas y los deberes del
día con un espíritu fortalecido y seguro, y, de esta forma, todo el día se
vivirá bien.
De esta forma, se tiene
la impresión de que todos los días pueden considerarse como el comienzo de una
nueva vida en la que se podrá pensar, actuar y vivir de una manera renovada y
con un espíritu superior y más sabio.
Cada
día es un comienzo refrescante;
cada mañana es un mundo renovado,
a ti que estás cansado de la pena y de los pecados,
te ofrezco la mejor esperanza,
una bella esperanza para ti y para mí.
cada mañana es un mundo renovado,
a ti que estás cansado de la pena y de los pecados,
te ofrezco la mejor esperanza,
una bella esperanza para ti y para mí.
No sigas viviendo con
los pecados y con los errores del ayer de una manera tan obsesiva que ya no te
quede energía ni inteligencia para vivir adecuadamente el día de hoy, y no
pienses que los pecados del pasado pueden impedirte vivir plenamente el
presente. Comienza bien el día de hoy y apóyate en las experiencias acumuladas
de tus días pasados; vive mejor que cualquiera de tus días anteriores. Pero,
ten en cuenta que no podrás vivir mejor el hoy si no lo empiezas mejor. La calidad de
todo tu día depende de la manera en que lo hayas comenzado.
La
vida sin un plan,
tan inútil como en el
momento en que comenzó,
es tierra del descontento
donde sólo crece una vida a medias.
es tierra del descontento
donde sólo crece una vida a medias.
Las personas exitosas,
influyentes y bondadosas son aquellas que, entre otras cosas, han aprendido el
valor y el uso del poder que está oculto en esos inicios oscuros que el necio
considera «insignificantes».
Los pensamientos de
odio, enojo, envidia y codicia, así como los juicios impuros, son comienzos
equivocados que conducen a resultados dolorosos. Los pensamientos de amor, los
pensamientos tiernos, amables, generosos y puros, son comienzos correctos que
conducen a resultados satisfactorios. ¡Esto es muy simple, muy evidente y
absolutamente verdadero! ¡Y a pesar de eso, se ha olvidado, se ha eludido y se
ha comprendido muy poco!
Los buenos pensamientos
sólo pueden generar buenas acciones; las buenas acciones sólo pueden generar
una vida recta, y todas las bendiciones nos llegarán si vivimos una vida
correcta.
Quien tiene en cuenta la
naturaleza y la importancia de sus pensamientos, quien se esfuerza a diario por
eliminar los malos pensamientos y reemplazarlos por pensamientos buenos, llega
finalmente a comprender que los pensamientos son el inicio de los resultados
que afectan a cada fibra de su ser; y que, de una manera muy importante,
influyen en cada acontecimiento y en cada circunstancia de su vida. Y cuando
llega a comprenderlo, únicamente se permite tener pensamientos correctos y
decide llevar a cabo sólo aquellos inicios mentales que puedan conducirlo a la
paz y a la felicidad.
Los pensamientos
incorrectos son dolorosos en su origen, dolorosos en su crecimiento y dolorosos
en sus frutos. Los pensamientos correctos son dichosos desde su origen, dichosos
en su crecimiento y dichosos en sus frutos.
Son muchos los comienzos
correctos que un hombre debe descubrir y adoptar en su camino hacia la
sabiduría; pero lo que está por encima de todo, lo más importante y lo que todo
lo abarca, el origen y la fuente de cualquier felicidad duradera, es el inicio
correcto de las operaciones mentales. Éste implica el continuo desarrollo del
autocontrol, de la voluntad, de la determinación, de la fortaleza, de la
pureza, de la amabilidad, de la percepción y de la comprensión. Nos conduce a
la perfección de la vida, ya que aquél que piensa de una manera perfecta, ha
eliminado toda sombra de tristeza, cada momento de su vida está lleno de paz,
sus años están envueltos en dicha y ha alcanzado la felicidad más completa y
perfecta.
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