Muchas personas se
encuentran tantos defectos que llegan a creer que no valen lo suficiente y que
nunca lo lograrán. Lógicamente, si encontramos cosas malas en nosotros, también
las encontraremos en los demás. Si aún continuamos diciendo: «No puedo hacer
eso porque mi madre me dijo..., o mi padre me dijo...», eso quiere decir que
todavía no hemos crecido.
De modo que ahora
necesitas eliminar las barreras, y tal vez aprender algo diferente, algo que
aún no sabes. Tal vez alguna frase que encuentres se sirva para poner en marcha
un nuevo pensamiento.
¿Te imaginas lo
maravilloso que sería que cada día aprendieras una idea nueva que te ayudara a
dejar atrás el pasado y a crear armonía en tu vida? Cuando tomes conciencia y
comprendas el proceso individual de la vida sabrás qué dirección tomar. Si
empleas tus energías en conocerte a ti mismo, finalmente verás qué problemas y
asuntos necesitas disolver.
Todos tenemos desafíos en
la vida. Todo el mundo. Nadie pasa por la vida sin encontrárselos; si no fuera
así, ¿qué objeto tendría venir a esta escuela particular llamada Tierra?
Algunos tienen los desafíos de la salud, otros los de las relaciones, los de la
profesión o los económicos. Algunos tenemos desafíos en todas estas áreas, en
mayor o menor grado.
Uno de los mayores
problemas consiste en que muchos de nosotros no tenemos la menor idea de qué es
lo que necesitamos dejar atrás. Sabemos lo que no funciona y sabemos lo que
deseamos, pero no sabemos qué es lo que nos mantiene estancados. Así pues,
dediquemos el tiempo necesario a echar un vistazo a los obstáculos que nos
traban.
Tómate un momento para
pensar en tus propias pautas de comportamiento, en tus problemas y en las cosas
que te traban, y observa en cuál de estas categorías entran: crítica, temor,
culpa o resentimiento. A estas categorías llamadas: Las Cuatro Grandes. ¿Cuál
es tu predilecta? Una puede ser combinación de crítica y resentimiento. Tal vez
la tuya también sea una combinación de dos o tres. ¿Es temor lo que siempre
surge? ¿O es la culpa? ¿Eres muy crítico o rencoroso? Permíteme que te diga que
el rencor es rabia acumulada. De modo que si crees que no te está permitido
expresar la rabia que sientes, entonces es que has acumulado muchísimo rencor.
No podemos negar nuestros
sentimientos. No podemos ignorarlos cómodamente. Cuando me diagnosticaron el
cáncer, hay que mirarnos con toda claridad. Admitir algunas tonterías sobre nosotros
que no deseamos admitir. Por ejemplo, eres una persona muy rencorosa y llevas
en tu interior una enorme amargura por el pasado, ya no tienes tiempo para
continuar permitiéndote eso. Tienes que cambiar, ya no puedes permitirte el
lujo de tener ni un solo pensamiento negativo.
Tus experiencias siempre
reflejan tus creencias internas. Literalmente, puedes mirar tus experiencias y
determinar cuáles son tus creencias. Puede que resulte algo inquietante o
perturbador hacerlo, pero si observas a las personas con quienes te relacionas,
verás que todas ellas reflejan alguna creencia que tienes acerca de ti mismo.
Si continuamente te critican en el trabajo, esto probablemente se deba a que
eres crítico contigo mismo o a que alguno de tus padres te criticaba cuando
eras pequeño. Todo lo que nos sucede en la vida refleja lo que somos. Cuando
sucede algo que no nos resulta agradable o cómodo, tenemos la oportunidad de
mirar dentro de nosotros y decir: ¿De qué forma contribuyo a crear esta
experiencia? ¿Qué hay dentro de mí que piensa que me merezco esto?
Todos tenemos pautas de
comportamiento que se iniciaron en la familia, de modo que es muy fácil echar
la culpa a nuestros padres, nuestra infancia o nuestro entorno, pero eso nos
mantiene estancados. No nos liberamos así, seguimos siendo víctimas y
perpetuamos los mismos problemas de siempre, que siguen y siguen repitiéndose
continuamente.
De manera que en realidad
no importa lo que alguien nos hiciera o nos enseñara en el pasado. Hoy es un
nuevo día. Ahora estamos al mando. Ahora es el momento de crear el futuro en
nuestra vida y en nuestro mundo. Sólo tú puedes hacer el trabajo. Únicamente tú
puedes cambiar tu forma de pensar, de sentir y de actuar. Puedes hacerlo.
Categóricamente, puedes hacerlo, porque tienes un Poder Superior dentro de ti
que te ayudará a liberarte de esas pautas si tú se lo permites.
Puedes recordarte a ti
mismo que cuando eras un bebé te amabas tal como eras. No hay ningún bebé que
critique su cuerpo y piense: «Oh, tengo las caderas demasiado anchas». Los
bebés están encantados y entusiasmados por el solo hecho de tener cuerpo.
Expresan sus sentimientos. Cuando un bebé está contento tú lo notas, y cuando
está enfadado se entera todo el vecindario. Los bebés jamás tienen miedo de que
la gente se entere de cómo se sienten. Viven en el momento. Tú fuiste así en
una época. A medida que crecías, escuchabas a las personas que te rodeaban y de
ellas aprendiste el miedo, la crítica y la culpa.
Si te criaste en una
familia en la que la crítica era la norma, entonces debes ser un adulto
crítico. Si te criaste en una familia en la que no estaba permitido manifestar
el enfado, entonces probablemente te aterra enfrentarte a los demás y mostrar
rabia, y te la tragas y la acumulas en el cuerpo.
Si te criaste en una
familia en la que todos estaban manipulados por los sentimientos de
culpabilidad, entonces lo más probable es que sigas siendo igual de adulto.
Posiblemente eres una persona que se pasa la vida diciendo «Lo siento», y jamás
se atreve a pedir algo directamente. Tienes la sensación de que para obtener lo
que deseas tendrías que manipular.
Cuando crecemos comenzamos
a captar estas falsas ideas y perdemos contacto con nuestra sabiduría interior.
Por lo tanto, necesitamos realmente liberar esas ideas y volver a la pureza del
espíritu, donde de verdad nos amamos a nosotros mismos. Necesitamos reinstaurar
la maravillosa inocencia de la vida y la alegría de existir momento a momento,
la misma alegría que siente el bebé en su feliz estado de maravillado asombro.
Piensa en lo que deseas
que se haga realidad. Decláralo en afirmaciones positivas, no negativas. Ahora,
ve al espejo y repite tus afirmaciones. Observa qué obstáculos se interponen en
tu camino. Cuando empieces a hacer una afirmación del tipo «Me amo y me
apruebo», presta atención a los mensajes negativos que surjan, porque al
identificarlos se transforman en los tesoros que te abrirán la puerta hacia la
libertad. Generalmente el tema de los mensajes: crítica, temor, culpa o
resentimiento. Lo más probable es que aprendieras esos mensajes de personas de
tu pasado.
Algunas personas han
elegido tareas bien difíciles de realizar en esta vida, cree firmemente que en
realidad vinimos aquí a amarnos a nosotros mismos a pesar de lo que los demás
digan o hagan. Siempre podemos superar las limitaciones de nuestros padres y
amigos. Si fuiste una niña buena o un niño bueno, aprendiste la forma limitada
de mirar la vida que tenían tus padres. Tú no eres una mala persona. Eras el
hijo o la hija ideal. Aprendiste exactamente lo que tus padres te enseñaron. Y
ahora que eres adulto, sigues haciendo lo mismo. ¿Cuántos de vosotros os
escucháis decir lo mismo que solían deciros vuestros padres? ¡Felicitaciones!
Ellos fueron excelentes maestros y vosotros excelentes alumnos, pero ahora ya
es hora de que comencéis a pensar por vosotros mismos.
Es probable que muchas
personas sientan resistencia al mirarse al espejo y repetir las afirmaciones.
Sin embargo, la resistencia es el primer paso hacia el cambio. Muchos deseamos
que cambie nuestra vida, pero cuando se nos dice que tenemos que hacer algo
diferente contestamos: «¿Quién, yo? No quiero hacer eso».
Puede que otros
experimenten sentimientos de desesperación. Muchas veces, cuando uno se mira al
espejo y dice «Te amo», el pequeño niño interior responde: «¿Dónde habías
estado todo este tiempo? He estado esperando que te fijaras en mí». Entonces a
uno le invade una oleada de tristeza porque ha rechazado al pequeño durante
mucho, mucho tiempo.
La terapia es
importantísima para las personas que han sufrido esta experiencia. Necesitamos
un espacio de seguridad en donde poder trabajar con estos sentimientos. Una vez
que hemos dejado salir la rabia, el dolor y la vergüenza, podemos pasar al
espacio en donde podemos amarnos a nosotros mismos. Sea cual fuere el problema
en que estemos trabajando, es necesario que recordemos que los sentimientos que
surgen son sólo eso, sentimientos. Ya no estamos viviendo la experiencia.
Necesitamos trabajar para lograr que el niño o la niña interior se sienta a
salvo. Es preciso que nos demos las gracias por haber tenido el valor de
sobrevivir a esa experiencia. Muchas veces, cuando tratamos con un problema
como el del incesto, nos es muy difícil aceptar que la otra persona estaba
haciendo lo mejor que podía en ese momento, con el entendimiento y el
conocimiento que tenía. Los actos violentos siempre proceden de personas que también
fueron tratadas con violencia. Todos necesitamos sanar. Cuando aprendamos a
amarnos y a apreciarnos tal como somos, ya no haremos daño a nadie.
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