La mente es el árbitro de la
vida. Es la que crea y moldea las situaciones y la receptora de sus propios
resultados. La mente tiene el poder tanto de crear la ilusión como de percibir
la realidad; es la que teje de una manera infalible nuestro destino. El
pensamiento es el hilo; los actos buenos y malos son «la urdimbre y la trama» o
la base, y el carácter es el material que se teje en el telar de la vida. La
mente es la diseñadora de sus propios atuendos.
El individuo, como ser mental,
posee todos los poderes de la mente y está dotado de una ilimitada capacidad de
elección. Aprende a través de la experiencia y puede acelerar o retrasar su
aprendizaje. No está atado arbitrariamente a nada, pero él mismo ha creado los
lazos que lo atan a muchas cosas; al haberse atado él mismo podrá, cuando así
lo elija, liberarse de ellos.
Según sea su elección, puede
convertirse en un ser salvaje o racional, ignorante o noble, tonto o sabio.
Puede formar hábitos a través de la práctica recurrente y puede, a través de un
renovado esfuerzo, romper con estos hábitos. Puede rodearse de ilusiones hasta
perder por completo la verdad y puede destruir cada una de estas ilusiones hasta
recuperar por completo la verdad. Sus posibilidades son interminables; su
libertad, absoluta.
Es la naturaleza de la mente la
que crea sus propias condiciones y la que elige los lugares donde decide morar.
Tiene el poder para alterar cualquier condición, para abandonar cualquier
situación. Lo hace continuamente a través de elecciones repetidas y de una
experiencia exhaustiva, mientras va acumulando conocimientos en cada una de las
situaciones de la vida.
Los procesos interiores del
pensamiento conforman la suma del carácter y de la vida del ser humano, y éste
puede modificarlos y alterarlos con voluntad y esfuerzo. Las ataduras que
imponen los hábitos, la impotencia y el pecado, son creadas por él mismo y
únicamente él mismo podrá desatarlas. Sólo existen en su mente, nunca en la realidad,
aunque están relacionadas de una manera directa con las cosas externas.
Todo lo que está en el exterior
se amolda y surge desde nuestro interior, y nunca sucede de manera contraria.
La tentación no surge de objetivos del exterior, sino del deseo que la mente
tiene para llevar a cabo estos objetivos. Tampoco la pena ni el sufrimiento
pertenecen por naturaleza a los sucesos externos de la vida, sino a la actitud
indisciplinada de la mente hacia esas cosas y hacia esos acontecimientos.
La mente que está disciplinada
conforme a un modelo de Pureza y que se ha fortalecido gracias a la Sabiduría
evita todos esos apetitos y deseos que se encuentran inseparablemente ligados
con la aflicción. De esta forma, llega a la iluminación y a la paz.
Considerar que son los demás los
que actúan con maldad y echar a las condiciones externas la culpa de ser la
fuente de todo mal aumenta, y nunca disminuye, el sufrimiento y los disturbios
que ocurren en el mundo. Lo externo no es más que la sombra y la consecuencia
de lo interior. Cuando el corazón está lleno de pureza, todas las cosas
externas son puras.
Toda la vida y su movimiento se
dan de dentro hacia fuera; toda la decadencia y la muerte se presentan de fuera
hacia dentro. Ésta es la ley universal. Toda la evolución proviene del
interior. Todo ajuste debe tener lugar en el interior. El que deja de luchar
contra los demás y emplea sus poderes en la transformación, regeneración y desarrollo
de su propia mente conserva sus energías y se protege a sí mismo. Y cuando
logra armonizar su propia mente es capaz, por medio de la consideración y la
caridad, de conducir a los demás a un estado lleno de bendiciones.
El camino de la iluminación y la
paz no se encuentra asumiendo autoridad y control sobre otras mentes, sino
ejerciendo una autoridad legítima sobre nuestra propia mente y llevándonos a nosotros
mismos a recorrer caminos de inquebrantable y noble virtud.
La vida de un hombre se gesta en
su mente y en su corazón. Él conforma esa mente con sus propios pensamientos y
acciones. Tiene la capacidad de elegir volver a adaptar esa mente usando el
poder del pensamiento. En este sentido, puede transformar su vida.
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