Cierra la puerta de los párpados y no permitas la entrada de
la frenética danza de imágenes tentadoras. Sumerge tu mente en el pozo
insondable de tu corazón. Mantén la mente fija en el corazón, que rebosa de
sangre vivificadora,
y continúa enfocando la atención en él hasta que percibas
su rítmico latir. En cada latido, siente el pulsar de la Vida todopoderosa.
Imagina que esa misma Vida omnipresente está llamando a la puerta del corazón
de millones de seres humanos y de una infinidad de criaturas vivientes. El
constante latir del corazón anuncia quedamente la presencia del Poder Infinito
que mora tras el umbral de tu conciencia. El suave latido de la Vida
omnipresente te dice en silencio: «No limites el flujo de mi vida en ti; amplía
tu capacidad receptiva y déjame inundar tu sangre, tu cuerpo, tu mente, tus
sentimientos y tu alma con los latidos de mi Vida universal.
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