Los chamanes no han sido tomados en serio por la mayoría de
los médicos alópatas, a pesar de que muchas tradiciones chamánicas han
desarrollado sofisticados modelos de curación a lo largo de los siglos. Además,
dichos modelos han sido lo suficientemente flexibles como para sobrevivir en
contacto con la medicina alopática, e incluso para incorporar la práctica de la
misma. Pocos son, en cambio, los facultativos alopáticos que hayan incorporado
la sabiduría chamánica en la práctica de su medicina, lo que pone en cuestión
no sólo sus prejuicios sino su flexibilidad.
A excepción de sus conocimientos de herboristería, en
general el chamanismo ha sido ignorado o ridiculizado por el mundo médico y
académico. No obstante, los chamanes han sido los primeros curadores del mundo,
los primeros diagnosticadores, los primeros psicoterapeutas, los primeros
funcionarios religiosos. Los chamanes pueden ser definidos como curanderos
indígenas que alteran deliberadamente su conciencia a fin de obtener
conocimiento y poder proveniente del «mundo de los espíritus», para ayudar y
curar a los miembros de su tribu.
Hay métodos chamanicos de curación que guardan un estrecho
paralelismo con la terapia conductista contemporánea, la quimioterapia, la
interpretación de los sueños, la terapia familiar, la hipnoterapia, la terapia
ambiental y el psicodrama. Es evidente que los chamanes, los psicoterapeutas y
los médicos tienen más en común de lo que generalmente se supone. Sin embargo,
para el chamán, la dimensión espiritual de la curación es de extrema
importancia, mientras que los médicos y los psicoterapeutas suelen ignorarla
por completo. A menudo los chamanes rescatan almas perdidas, se comunican con
los espíritus, hacen hincapié en la interconexión de sus pacientes con la
comunidad y con la tierra, facilitan la purificación espiritual a quienes hayan
violado tabúes sociales, interpretan sueños y visiones, y subrayan la
importancia del crecimiento espiritual como objetivo personal en la vida, y la
de ser útil a la humanidad y a la naturaleza. Estas funciones raramente
adquieren importancia, ni tan sólo respetabilidad, en el mundo ideológico de
los médicos alopáticos occidentales y otros especialistas de la salud.
Se llaman “Chamanes”, a los hombres o mujeres que practican
la Magia Blanca o buena magia, utilizando sus dotes para actuar de mediadores
entre el mundo espiritual y el mundo de los hombres.
Los Chamanes desde la antigüedad eran considerados seres
semi-divinos, ya que poseían la capacidad de viajar a voluntad desde el mundo
material al mundo de la energía espiritual, lo que les permitía u obligaba a
dominar las claves de la supervivencia en ambos mundos.
La palabra Chamán, proviene del vocablo Tungu-Manchuriano
“Saman”, que significa “Conocer”, aplicándose a toda persona con capacidades
paranormales en lo que respecta a las predicciones del futuro, como a la
sanidad o cura de las enfermedades del cuerpo y del alma.
Eran dominadores de la precognición o clarividencia, así
como de la telepatía o comunicación a distancia, pero en lo referente a la
salud, en la antigüedad se consideraba que la enfermedad tenía un carácter
divino, que solo podía ser tratada por un ser que pudiera relacionarse con los
dioses para interceder por su sanación, ocupando ese lugar el Chaman, en las
distintas culturas del mundo.
Su capacidad extrasensorial les permite comunicarse con los
animales, pudiendo en ocasiones convertirse en ellos, según ciertas leyendas,
así como dialogar con las plantas quienes les cuentan sus propiedades
curativas, para que las apliquen en sus curaciones.
Eran considerados los armonizadores elementales, o sea que
su dominio de los elementos conocidos, más los ínter-dimensionales, les
permitían encontrar las guías en estos niveles energéticos, que les indicaran
los caminos a seguir para curar las dolencias de los hombres y todos los seres
vivos que habitan la naturaleza, respetando las leyes de la misma en donde sus
guías espirituales habitan y les transmiten el conocimiento.
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