domingo, 26 de febrero de 2017

Azrael, el Ángel de La Muerte


Su nombre en árabe es Azrael (a quien a Dios ayuda) conocido como el Ángel de la Muerte.
También llamado Abou-Jaria por los musulmanes y Mordad entre los persas.

En la mitología nórdica la muerte se llama Hel, una mujer que es la mitad sumamente bella, pero putrefacta y nauseabunda la otra mitad.
Para el budismo su nombre es Yama, representado en un ser de ojos saltones y piel azul.
La representación de la muerte más popular en la cultura occidental es la del personaje esquelético cubierto con capa o sudario y con una guadaña en la mano, esta forma de la muerte apareció en la Europa de finales del medievo.
Para los judíos se dice que el Ángel de la Muerte fue creado por Dios en el Primer Día. Su casa está en el cielo, tiene doce alas y posee muchos ojos.
A la hora de la muerte de alguna persona, se encuentra de pie aferrando una espada de la cual pende una gota. Tan pronto como el hombre debe morir, ve al ángel, éste lo agarra y abre su boca, depositando la gota dentro de ella. Apenas siente su sabor, la persona muere con el rostro color amarillo. Gracias a esta leyenda se origina la conocida frase: El gusto de la muerte.
Ante tantas leyendas, lo cierto es que la mayoría de las culturas antiguas y modernas se han convencido de que la muerte es un personaje, el cual existe y es real.
A Azrael generalmente se le describe como un ángel bajo las órdenes de Dios y no como otras personificaciones más lúgubres de la muerte.
Se dice que nadie puede escapársele, incluso llegará el día en que todos los hombres y ángeles morirán a manos de él y el último en morir será Azrael.
Dependerá de cómo se vivió, en el bien o en el mal, para que Azrael se presente más benigno o más terrible con uno.
Azrael es el Ángel de la Muerte, pero en su buen sentido. Él dice que no debemos temer a la muerte ya que en ella está la paz eterna.
Él se encuentra constantemente escribiendo y borrando en un libro. Lo que escribe son los nombres de los que nacen y los que borra son los nombres de los que mueren. También se dice que él es uno de los encargados de la protección del último círculo del infierno, impidiendo la salida de los demonios y custodiando la puerta para que no puedan escapar.
La muerte en la Tierra es necesaria, pues sin ella no existiría el retorno. Sin la muerte, el espíritu desearía eternamente la libertad espiritual.
El ser humano no puede escapar ni a la muerte ni al destino, pues escrito está:
El que esté destinado al cautiverio, al cautiverio irá, el que lo esté a la espada, a la espada será.
Como se verá, muchas leyendas hay sobre la muerte, muchas leyendas sobre su rostro, todo esto sólo se comprobará, el día de la muerte.

Leyendas Sobre Azrael, El Ángel de La Muerte
Los dos escribas del rey Salomón
El rey Salomón tenía dos escribas kusitas: Elicoreph y Achiyah, hijos de Shisha.
Un día Salomón observó que Azrael, el Ángel de la Muerte, estaba triste y le preguntó: ¿Por qué estás triste?
Y Azrael le respondió: Porque se me ha pedido que tome a los dos kusitas que te sirven.
Salomón ordenó entonces a algunos demonios, que estaban subordinados a él, que condujesen a los dos escribas sobre los campos de la legendaria Ciudad de Luz, donde nadie perece, pero murieron antes de llegar a las puertas de la ciudad.
Al día siguiente Salomón observó que el Ángel de la Muerte estaba alegre, y le preguntó: ¿Por qué estás alegre?
Y él respondió: Porque has enviado a tus dos escribas al lugar exacto donde debía tomarlos.

El Comerciante y su criado
El criado, en estado tembloroso, llegó a casa de su amo, un rico comerciante, y con las siguientes palabras le vino a explicar el trance por el que había pasado:
—Señor, hoy en la mañana, mientras paseaba por el mercado de telas para comprarme un nuevo sudario, me he encontrado con La Muerte, y me ha preguntado por ti. Me ha preguntado también si acostumbras a estar en casa por la tarde, pues en breve piensa hacerte una visita. He pensado, señor, si no será mejor que lo abandonemos todo y huyamos de esta casa a fin de que no nos pueda encontrar en el momento en que se le antoje.
El comerciante quedó muy pensativo.
—¿Te ha mirado a la cara, has visto sus ojos? -preguntó el comerciante, sin perder su habitual aplomo.
—No, señor. Llevaba la cara cubierta con un paño de hilo bastante viejo.
—¿Y además se tapaba la boca con un pañuelo?
—Sí, señor. Era un pañuelo barato y muy sucio, por cierto.
—Entonces no hay duda, es La Muerte -dijo el comerciante, y tras recapacitar unos minutos añadió:
---Escucha, no haremos nada de lo que dices; mañana volverás al mercado de telas y recorrerás los mismos almacenes y si te es dado encontrarlo en el mismo o parecido sitio procura saludarlo a fin de que te aborde. En modo alguno deberás sentirte amedrentado. Y si te aborda y pregunta por mí en los mismos o parecidos términos, le dirás que siempre estoy en casa a última hora de la tarde y que será un placer para mí recibirlo y agasajarlo como se merece.
Lo hizo así el criado y al mediodía siguiente estaba de nuevo en casa de su amo, en un estado de irreprimible zozobra.
—Señor, de nuevo me encontré con la muerte en el mercado y le he transmitido tu recado que, por lo que he podido observar, lo ha recibido con suma complacencia. Me ha confesado que suele ser recibido con tan poca alegría que nunca logra visitar a una persona más de una vez y que por ser tu invitación tan inusual, piensa aprovecharla en la primera oportunidad que se le ofrezca. Y que piensa corresponder a tu amabilidad demostrándote que hay mucha leyenda en lo que se dice de él. ¿No será mejor que nos vayamos de aquí sin que nos demuestre nada?

—¿Lo ves? -dijo el comerciante, con gran satisfacción, lo hemos ahuyentado; puedo asegurarte que ya no vendrá en mucho tiempo, si es que un día se decide a venir. Tiene a gala de presumir de que él no busca a nadie, sino que todos, voluntaria o involuntariamente, lo requieren y lo buscan.
Y, por otra parte, nada le gusta tanto como las sorpresas, y nada detesta más a que lo esperen a hora fija. Debes conocer esa historia de la antigüedad que narra el encuentro que tuvo con la muerte un hombre que trataba de huir de una cita que él no había preparado. Pues bien, me atrevo a afirmar que ahora que lo hemos invitado no acudirá a esta casa, a no ser que cualquiera de nosotros dos se deje arrastrar por alguna de sus astutas estratagemas.

Aquella tarde, la muerte -con un talante sinceramente amistoso y desenfadado- acudió a la casa del comerciante para, aprovechando un rato de ocio, testimoniarle su afecto y disfrutar de su compañía. Pero el criado al abrir la puerta no pudo reprimir su espanto al verlo en el umbral, la cara cubierta con el paño de hilo muy viejo y protegida la boca con un pañuelo sucio, y sospechando que se trataba de una treta compuesta entre él y su amo para matarlo, se precipitó ciego de ira en el gabinete donde descansaba su amo y, sin siquiera anunciarle la visita, lo apuñaló hasta matarle y huyó por otra puerta.

Cuando la muerte, -extrañado del silencio que reinaba en la casa y de la poca atención que le demostraba aquel hombre que ni siquiera le invitaba a entrar- por sus propios pasos se introdujo en el gabinete del comerciante, y al observar el cuerpo inerte sobre un charco de sangre, no pudo reprimir un gesto de asombro que pronto quedó sumido en un pensamiento habitual y resignado. Entonces suspirando profundamente dijo:
—En fin, lo de siempre, para otra vez será.

Salomón y Azrael
Un hombre vino muy temprano a presentarse en el palacio del Salomón, con el rostro pálido y los labios descoloridos. Salomón le preguntó:
—¿Por qué estás en ese estado?
Y el hombre le respondió:
—Azrael, el Ángel de la Muerte, me ha dirigido una mirada terrible, llena de cólera. ¡Manda al viento, por favor te lo suplico, que me lleve a la India para poner a salvo mi cuerpo y mi alma!
Salomón mandó, pues, al viento que hiciera lo que pedía el hombre.
Al día siguiente, mientras Salomón paseaba por los jardines del palacio vio a Azrael y le preguntó:
—¿Por qué has echado una mirada tan inquietante a ese hombre, no es acaso un fiel musulmán? Le has causado tanto miedo que ha abandonado su patria.
Azrael respondió:
—Ha interpretado mal mi mirada. No lo miré con cólera, sino con asombro. Dios, en efecto, me había ordenado que fuese a tomar su alma hoy a la India, y me dije:
¿Cómo podría, a menos que tuviese alas, viajar él hoy a la India?

Leyenda Sobre Hel, La Diosa De La Muerte
Hel, representada en la mitología nórdica, por una mujer sumamente bella en una mitad, pero putrefacta y nauseabunda en la otra
Antes de que Baldr, el dios más virtuoso de todos los dioses muriera, Odín bajó hasta el inframundo para preguntar a Hel cómo moriría éste.
El primero en acudir fue el terrible perro de Hel llamado Garm, quien con todo el pecho ensangrentado ladró a Odín durante mucho tiempo, hasta que éste se disfrazó y se encontró con la señora del infierno, quien le dijo que Baldr moriría por accidente a manos de su hermano ciego Hoor.
Cuando la muerte de Baldr se vio consumada, Hermod, el más rápido de todos los dioses, montó a Sleipnir, el caballo de Odín y fue camino al inframundo.
Cuando llegó, vio a su hermano ocupando el asiento más distinguido del palacio.
El dios Hermod, explicando a Hel la pena de los dioses y de todas las cosas vivientes por la muerte de Baldr, le pidió que lo dejara volver a Asgard.
Esta pidió que todas las cosas del mundo, animadas e inanimadas, lloraran la muerte de Baldr para ver si era tan mundialmente amado; solo así le devolvería la vida. Entonces, todo en el mundo lloró por el dios muerto; todos menos una giganta llamada Thok. Esta giganta, que era en realidad Loki disfrazado, fue quien había engañado al dios ciego Hoor para que matara a su hermano Baldr, y se negó a llorar ya que decía que Baldr nunca le había dado ninguna alegría.

De este modo Baldr quedará en el inframundo hasta el Ragnarok, luego del cual, el más virtuoso de los dioses resucitará y gobernará finalmente a los hombres.

1 comentario:

  1. Dicen los escritos sagrados que el ultimo enemigo a vencer es la muerte... como lo demostro Jesús al resucitar y la virgen María al ascender en cuerpo y alma frente a los ojos de quienes la acompañaban... dificil tarea que deberemos cumplir todos al unificarnos con Dios. Porque al fin todos somos uno.

    ResponderBorrar

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...