Valora las personas cuando las
tienes, no cuando las pierdes
En lugar de echar de menos
aquellas cosas o personas que hemos perdido debemos aprender a disfrutar y
valorar lo que aún tenemos y a aquellos que están a nuestro lado.
A lo largo de nuestra existencia
y del ciclo vital, las personas perdemos a muchos seres amados.
No estamos hablando solo de
fallecimientos, puesto que en nuestro camino nos han dicho adiós seres
significativos que, por las razones que sean, se han alejado para no formar
parte de nuestro presente.
Cuando pierdes a alguien se abre
un tiempo de recogimiento y de reflexión donde intentas buscar un por qué a lo
sucedido. La forma en que superemos este proceso y las conclusiones a las que
lleguemos nos habrán de ayudar a afrontar el futuro de un modo u otro.
Reflexionar sobre ello
Lo que pierdes no siempre te
permite avanzar “más ligero”
Hablamos en muchas ocasiones de
la necesidad de “avanzar ligeros”, de dejar a un lado esas relaciones complejas
que, en lugar de traernos el equilibrio, nos traen la infelicidad.
Hay algo tan importante como
alejarnos de lo que nos hace daño, y es saber ofrecer también lo mejor de
nosotros mismos a las personas que amamos en el “aquí y ahora”, sin esperar a
un mañana, y sin dar por sentado determinadas cosas.
En la actualidad, la sociedad se
erige sobre los pilares de la rapidez y de la fragilidad del vínculo. Lo
queremos todo y lo queremos ya, y no siempre toleramos la frustración, el que
nos digan que “no” o que determinadas cosas no sean como nosotros esperamos.
Aspectos como nuestra
focalización en el trabajo, en la necesidad de superación, de conseguir cosas,
y de acumular esas mismas cosas, nos hace perder el valor de ese amor más puro
y esencial de nuestras relaciones personales.
Si mantenemos este estilo de vida
lo que va a ocurrir es que acabaremos perdiendo aquello que de verdad
consideramos importante. Y lo que pierdes es una herida que queda para siempre
en tu corazón.
La prisa es el mayor enemigo de
la conciencia plena, de esa actitud ante la vida que se permite ir más despacio
y apreciar cada aspecto que te rodea, y a las personas que te son
significativas.
Los vínculos que se hacen fuertes
se alimentan del cariño sincero, la reciprocidad y el reconocimiento. Si
quienes nos rodean no sienten estos aspectos, corremos el riesgo de perderlos.
Las relaciones necesitan ser nutridas y atendidas y, por ello, siempre valdrá
la pena reducir el ritmo y mirar lo que tenemos delante de nosotros.
La necesidad de vivir siendo
conscientes de lo que es importante. Puede parecer una obviedad, pero no todo
el mundo es capaz de establecer prioridades en su vida y atender aquello que es
importante frente a lo que se alza como secundario.
Tenemos claro que nuestras
obligaciones laborales, por ejemplo, son esenciales para mantener una familia y
para obtener una vida digna. Ahora bien, en ocasiones, no hace falta aspirar
tan alto o llegar tan bajo como para dejar que el estrés o la presión nos haga
perder la salud, e incluso a quienes amamos.
La vida es saber mantener un
equilibrio y ser capaces de reorganizar nuestra atención, intereses y
motivación hacia aspectos que puedan enriquecernos “no materialmente” sino
emocionalmente.
No hace falta pensar en aquello
de “vive hoy como si no existiera mañana, o abraza a tus hijos con tal
intensidad como si fuera la última vez”. No debemos caer en esos pensamientos
fatalistas, se trata simplemente de permitirnos disfrutar el presente en su
máximo sentido.
Toda pérdida se vive con
sufrimiento. Incluso las separaciones que son necesarias, nos abocan a un
periodo de cierta introspección donde hemos de curar muchas heridas. Así pues,
para prevenir estas situaciones hay que estar preparados.
Hemos de entender que en esta
vida nada prevalece para siempre. Somos breves pasajeros en un mundo de
incertidumbre.
Si la existencia ya de por sí es
algo cruel al traernos alguna que otra fatalidad, vale la pena aprovechar esa
área que “sí es controlable” por nuestra parte. Si quieres a alguien, atiéndelo
y demuéstrale tus sentimientos para que no se vaya de tu lado.
No estamos hablando solo de
relaciones de pareja. Todo vínculo necesita atención: ofrece atención, cariño y
respeto a tus hijos para que el día de mañana, cuando sean adultos, tengan
siempre un motivo para volver a tu lado.
Si quieres a alguien valóralo
cuando lo tengas, o correrás el peligro de lamentar todo lo perdido si deciden
alejarse de tu lado.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario