lunes, 28 de septiembre de 2015

El Observador


Generalmente, cuando las personas se definen a sí mismas, hablan de sus roles (ser madre, padre, amigo, trabajador, etc.) o de sus sentimientos, sus emociones, sus valores, sus sueños o sus metas. Es cierto que todo eso constituye la identidad de una persona, pero hay algo más.


Para descubrir ese "algo más" puedes hacer un ejercicio muy sencillo. Consiste en sentarte cómodamente en un lugar silencioso y tranquilo, cerrar los ojos y empezar a visualizarte en todos los roles de tu vida, uno a uno y a lo largo del Así, te verás a ti mismo/a siendo un bebé, un niño, hijo, estudiante, esposo, compañero de trabajo, amigo, etc.).

Después, harás lo mismo con todo lo que pasa dentro de ti: tus emociones, tus ideas, tus valores, tus sueños, tus pensamientos, observando cómo van pasando por tu mente en constante sucesión, desde fuera, como si estuvieras viendo una película en el cine donde observaras tu propio interior.

Al hacer esto, te darás cuenta de que hay una parte de ti que es el observador. No solo eres un hijo o un padre o madre, sino también aquél que se observa a sí mismo siendo ese hijo o esa madre. Conforme te observas en todos tus roles y en todos tus eventos privados (emociones, pensamientos, etc.), te darás cuenta de que siempre hay algo que permanece, una parte que es simplemente observadora, que está ahí a lo largo del tiempo, desde el principio, observando desde fuera, incluso tus propios sentimientos, como el miedo, la ira o el amor.

Las ventajas del observador: Por tanto, aunque tendamos a identificarnos con nuestros roles y nuestros eventos privados, en realidad no es eso lo que somos.

Puedes sentir la ira o el miedo, pero también puedes observarlo desde fuera, convirtiéndote en ese observador dentro de ti. Esto significa que eres mucho más que una serie de roles, más que tus emociones, más que tus pensamientos; eres el observador, y cuanto más consciente seas de la existencia de ese observador en tu interior, más capaz serás de separarte de los productos de tu mente (los eventos privados) y de tus roles, siempre cambiantes y transitorios, que no solo no definen lo que de verdad eres, sino que cuando te identificas en exceso con ellos, te resulta mucho más difícil separarte de tus estados mentales o emocionales negativos y actuar con serenidad. Tú puedes verte consumido por el dolor o por el miedo, pero no el observador que hay en ti. Es una parte que no puede ser dañada, porque está más allá de lo que habitualmente crees que eres.


La próxima vez que sientas miedo (u otra emoción que no deseas sentir), que te obsesiones, o que acuda a tu mente alguna idea desagradable, acuérdate del observador en ti y conviértete en él o ella para observar ese miedo, ese pensamiento, desde fuera. Con la práctica verás cómo hacer esto te servirá de gran ayuda en muchas ocasiones, sobre todo cuando te sientas atrapado por lo que pasa en tu interior, por tus roles, por tu vida, por el mundo. A veces todo eso nos abruma y nos ahoga. Es entonces cuando debemos recordar al observador para convertirnos por un momento en él o ella. 

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