viernes, 18 de septiembre de 2015

El Poder Sanador


Aunque usted esté enfermo, su imagen verdadera continúa siendo perfecta. Líguese a esa imagen verdadera y usted volverá al estado de perfección, que es la salud.
Considere que lo normal y lo natural es tener salud. La enfermedad es una anormalidad y toda anormalidad puede y debe ser eliminada.

Es más fácil tener salud que padecer la enfermedad.
Dios nunca le manda dolencias y pruebas, porque en Dios no existen dolencias ni pruebas. Comience a creer que en usted hay una energía eterna, que es la propia Fuerza Divina.
Su cuerpo siempre reacciona a los estímulos de la mente; por eso, si él es mantenido permanentemente en estado de orden y armonía, no se corromperá.
Examinando más profundamente el funcionamiento del cuerpo humano, algunos investigadores médicos llegaron a la conclusión de que es más fácil explicar por qué los humanos deberían vivir para siempre que por qué deberían morir.
Estudios de trazados muestran que la transformación atómica de nuestro cuerpo es bien rápida y bien completa. En una semana o dos, la mitad de los átomos de sodio será sustituida por otros átomos de sodio. El caso es similar con el hidrógeno y el fósforo. Aun la mitad de los átomos de carbono serán sustituidos dentro de un mes o dos. Y así prosigue la historia para casi todos los elementos. En un año, aproximadamente el 98% de los átomos, ahora existentes en nosotros, serán sustituidos por otros átomos, que asimilamos de nuestro aire, alimento y bebida.
Perciba que su cuerpo no es una criatura frágil, pero actúa a través de una energía que escapa a nuestra explicación.
¿Qué importa, entonces si usted tiene siete años o setenta o setecientos años? En verdad, su cuerpo, por lo menos teóricamente, tiene un año de edad.
Esto ha de hacer que usted crea en la capacidad de recuperación de su organismo y en la capacidad que usted tiene de mantener la eterna juventud, sueño de todas las generaciones que ya pisaron la Tierra.
Su cuerpo es, originalmente, perfecto, saludable, vigoroso. Su cuerpo es usted. Existe perfecta interacción entre usted y su cuerpo. Su mente actúa y su cuerpo reacciona. Por tanto, quiera bien a su cuerpo. Ámelo. No lo perturbe ni lo castigue, generando pensamientos negativos y destructivos en su mente.
Como el cuerpo reacciona a los estímulos de la mente, si usted mantiene pensamientos de tristeza, de pena, de envidia, de odio, de rabia, de depresión, de angustia, de carencia, de soledad, de egoísmo, de venganza, de celos enfermizos, de amargura, de pesimismo, de discordia, de avaricia, de orgullo, de nerviosismo, de aflicción, de preocupación, de desilusión, de fracaso, de desamor, de descreimiento, esos pensamientos producen desajustes y desarmonías en el cuerpo y de ahí nacen las enfermedades.
Vea lo que acontece cuando usted alimenta, por ejemplo un sentimiento de rabia: rubor en la piel del rostro, dilatación de los párpados, manchas rojas en el blanco de los ojos, contracción y rigidez de los labios, endurecimiento del maxilar, crispación de las manos, temblor en los brazos, modificación de la voz. Pero las reacciones más desastrosas se verifican en el interior de su cuerpo: la sangre se coagula mucho más de prisa que lo normal; el número de células sanguíneas aumenta hasta cerca de medio millón por milímetro cúbico de sangre; los músculos que rodean el estómago y todo el aparato digestivo sufren espasmos que pueden provocar fuertes dolores abdominales; hay una aceleración violenta en los latidos del corazón; la presión sanguínea sube brusca y violentamente, y hasta puede explotar algún vaso del cerebro; las arterias coronarias del corazón se contraen, y se endurecen tanto que en algunas ocasiones, puede provocar angina de pecho o trombosis.
Hay otros efectos negativos, pero, por eso, usted comienza a creer que el cuerpo es el súbdito de la mente.
Mente enferma, cuerpo enfermo.
Mente sana, cuerpo sano.
Usted es uno con el Padre, que es Dios, que es la perfección, la salud, la alegría, el amor, la armonía, el bienestar, la paz, la felicidad.
Cada vez que usted revitaliza esa unión con el Padre, entra en estado de armonía mental, y, consecuentemente, produce salud en el cuerpo.
Cuando usted entra en estado de paz, automáticamente entra en estado de salud.
Recuerde que Dios no desea su enfermedad ni su sufrimiento, porque Dios es perfecto y perfección es salud.
Cuando usted reza, en el Padre Nuestro, "sea hecha tu voluntad así en la tierra (cuerpo), como en el cielo (mente)", significa que usted quiere estar conforme con la voluntad del Padre, quien desea la perfección, tanto en la mente como en el cuerpo. Por tanto, la voluntad del Padre es la salud. Y para que usted alcance la salud del cuerpo, se hace necesario alcanzar antes la salud de la mente, o sea, establecer en su mente pensamientos positivos.
Tres pasos importantes debe dar usted para alcanzar la cura de su enfermedad: en primer lugar, aparte de su mente todo sentimiento negativo de miedo, de duda, de desconfianza, y de desarmonía; en segundo lugar, sustituya esos pensamientos negativos por pensamientos de armonía, de perfección, de salud, de interacción entre su mente y la Mente Divina; en tercer lugar, fórmese un cuadro mental de su cuerpo plenamente saludable. De aquí en adelante sólo existirá esta verdad: su cuerpo restablecido, en orden, salubre, y funcionando maravillosamente bien.
La cura es infalible, pues toda imagen verdadera y unívoca enviada al Padre, que habita en el subconsciente, se transforma en realidad física.
Joseph Murphy, en su libro "Los Milagros de la mente", afirma: "Recuerde que su cuerpo posee un mecanismo orgánico que refleja el entrelazamiento del consciente con el subconsciente, o sea, el voluntario (el sistema nervioso cerebro espinal) y el sistema nervioso autónomo. Esos dos sistemas pueden trabajar aisladamente o en sincronía. La conexión de esos dos sistemas es efectuada por el nervio vago".
Jesús dijo cierta vez que, cuando dos estuvieren orando en su nombre, él estaría en medio de ellos; esto quiere decir que, cuando un pensamiento es aceptado armónicamente por la mente consciente y subconsciente, este pensamiento es atendido. Cuando hay perfecta interacción entre la mente consciente y subconsciente, hay sintonía entre usted y el Padre que habita en su interior y, en este caso, infaliblemente la oración es escuchada.
Cuando la mente consciente duda, tiene miedo o es negativa, usted necesita calmarla, e inclusive adormecerla, tornarla pasiva, para que no cree obstáculos a las órdenes de cura y de salud que usted envía al subconsciente.
Procure, entonces, relajar la mente consciente, descontrayendo su cuerpo y concentrándose, profundamente, en su deseo. Cálmese, aflójese bien, relájese, cierre los ojos y afirme en su mente el cuadro mental de la salud perfecta. Observe, mentalmente, su órgano enfermo que ahora funciona correctamente, energícelo con una luz blanco-azulada y crea que él está obedeciéndole.
Y así es y así será.
Emile Coué dijo que "para comprender bien el papel de la sugestión, o el de la autosugestión, basta saber que el subconsciente es el dirigente principal de todas nuestras funciones. Hagámosle creer que tal órgano, que no funciona bien, debe funcionar bien. Instantáneamente el subconsciente le ordena y el órgano, obedeciendo sumisamente, recupera su función normal, inmediatamente, en poco tiempo. Esto nos da el derecho de explicar, de manera simple y clara, cómo, por la sugestión, se pueden detener las hemorragias, aliviar la presión del vientre, extinguir fibromas, curar parálisis, lesiones tuberculosas, heridas varicosas, etc."
Al aplicar esta fuerza sanadora procure mantener pasiva su mente consciente, tanto cuanto fuere posible, porque entonces su orden será enviada sin distorsiones al subconsciente. Cuando usted dice "Voy a intentar", ya está desperdiciando la fuerza principal que es la fe. Voy a intentar, significa que usted duda si resultará o no. Parta del principio indiscutible de que todo lo que el subconsciente acepta como verdadero, él lo cumple. Envíe su orden con fe y decisión. Pero mande una determinación positiva y no negativa.
Por ejemplo, no diga: Mi estómago no me dolerá; diga positivamente: Mi estómago está funcionando ahora correcta y normalmente.
Si usted está con dolor de cabeza, relájese, cierre los ojos y diga monótonamente: Está pasando, está pasando, está pasando.
Existe un poder curador dentro de usted. La naturaleza actúa por sí y restablece el orden cuando éste está deteriorado. Muchas veces usted se hirió y la sangre se coaguló sola, se formó la cicatriz y, posteriormente, hasta la misma cicatriz desapareció, a tal punto que usted ya no sabe más dónde estaba el corte. Existe un Poder Curador en usted. Es la vida, fuente inagotable de perfección.
Ese Poder Curador Divino obra por sí y actúa con más energía y fuerza cuando es accionado por la mente. Ayude a su mente a practicar más rápidamente la cura, mentalizando sugestiones positivas y afirmando la armonía y perfección existentes en usted. Así, su subconsciente sabrá exactamente lo que usted quiere y actuará en consecuencia.
Recuerde que los males que su mente creó, su mente puede curar. No es necesario que usted conozca cómo funciona el Poder Curador Divino, pues probablemente nunca lo sabrá. Todas las sanaciones comienzan y terminan por el espíritu, pues él es su Vida y su vida es Dios.
Hay un dicho que afirma: "El médico trata la herida, pero quien cura es Dios". Dios, en tanto, sólo actúa en usted por medio de usted.
No es necesario redactar para Dios la lista de sus sufrimientos, pues Él lo sabe todo.

Lo que usted precisa hacer es la oración de la cura, la oración del pedido que ya ve, en sí mismo, la realidad, porque, en Dios, el pedir y el dar son una misma cosa. Fue por eso que Jesús enseñó la ley del Pedid y Recibiréis. El pedido y el recibimiento son una misma cosa. "Y será que antes que clamen, yo responderé; estando aun hablando yo los oiré". 

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