domingo, 20 de septiembre de 2015

Nunca Cejes


Cuando aconsejamos resistir, no es sólo una expresión de aliento para alguien que se encuentra en apuros, sino un buen consejo para alguien a quien le va bien en el mundo. Al guiar o animar a los demás, al mejorarnos a nosotros mismos, al consagrarnos de lleno a una causa más grande, la perseverancia es crucial para el éxito.

La perseverancia es un rasgo de carácter esencial para la progresión del ser humano. Muchas cosas buenas que se pueden hacer en este mundo se pierden en medio de titubeos, dudas, vacilaciones y falta de determinación.
La perseverancia también es esencial para quienes han optado por hacer el bien en el mundo actuando como tábanos. Sócrates, reconocido “Tábano” de la antigua Atenas, declaró con toda seriedad en su juicio que “mientras respire y tenga capacidad, no dejaré de practicar la filosofía, de exhortar y señalar a todos los que encuentre: Eres ateniense, ciudadano de la ciudad más grande, con la mayor reputación por su sabiduría y poder; ¿no te avergüenza, en tu avidez de poseer tanta riqueza, reputación y honores, no interesarte en la sabiduría ni la verdad, o el mejoramiento de tu alma?” Las insistentes exhortaciones de Sócrates irritaron a muchos atenienses, y fue condenado. Pero hay peores destinos, como Sócrates señaló; mientras que él sólo fue condenado a muerte, sus acusadores, con ese mismo acto, se condenaron a la maldad.
“Las carreras se ganan con tesón”, reza la moraleja de la conocida fábula de Esopo sobre la tortuga y la liebre. En su Vida de Sertorio, Plutarco cuenta que este gran soldado romano, mientras se desempeñaba como pretor en España en el primer siglo antes de Cristo, preparó una demostración para sus tropas con el mismo efecto, después de lo cual las interpeló de esta manera: “Como veis, soldados, la perseverancia surte mayor efecto que la violencia, y muchas cosas que no se pueden superar cuando están juntas ceden cuando se abordan una por una. La asiduidad y la perseverancia son irresistibles, y con el tiempo derrocan y destruyen a las mayores potestades, pues el tiempo es amigo y asistente de quienes usan su buen tino para aguardar su oportunidad, y enemigo destructivo para quienes avanzan a tientas y a locas”.
Como la mayoría de las virtudes, la persistencia y la perseverancia no pueden operar para el bien del mundo aisladas de la inteligencia práctica. Una persona que es sólo persistente puede ser un fastidio irritante, sin ningún efecto saludable. Pero en el contexto adecuado, usando el discernimiento y en justa combinación con otras virtudes, la perseverancia es un ingrediente esencial en el progreso humano.
¿Cómo alentamos a los niños a perseverar, a insistir en el esfuerzo de perfeccionarse a sí mismos, de mejorar la suerte propia y ajena? Apoyándolos en todo momento, siendo su guía y su aliento, y por medio del ejemplo.
Nunca Cejes
Cuando las cosas andan mal, como a veces sucede,
cuando el camino que recorres parece cuesta arriba,
cuando escasean los fondos y se suman las deudas,
y aunque quieras sonreír, sólo puedas suspirar,
cuando te acechan cuitas y penurias,
descansa si debes, pero nunca cejes.

Rara es la vida, con sus vueltas y revueltas,
y todos con el tiempo lo aprendemos;
más de un fracaso puede ser un triunfo
si uno persiste en vez de claudicar.
Persiste en tu tarea, aunque el andar sea lento,
tal vez triunfes con otro golpe más.
El éxito es fracaso puesto al revés,
la faz brillante de las nubes de la duda,
y nunca has de saber a qué distancia estás:
puede ser cerca cuando parece lejos;
sigue en la lucha cuando más te golpeen.
Y aunque todo luzca negro, nunca cejes.

¿Quién sabe lo que es triunfo, quién sabe lo que es fracasar?

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