La mente puede ser muy poderosa.
Todo se experimenta en última instancia a través de la mente. En el escenario
de la mente se vivencia la propia íntima y relativamente privada realidad
psíquica. La mente tiene la capacidad de amplificar o minimizar, es el órgano
de la percepción y del conocimiento, y en ella se encuentran las funciones de
la imaginación, la memoria, la atención, el juicio, el discernimiento y la
consciencia. En la mente ocurren todos los procesos de raciocinio como medir,
comparar, analizar, diferenciar, inducir o deducir. La mente, pues, es un
instrumento vital que acompaña al ser humano desde el nacimiento hasta la
muerte. Pero no es lo mismo una mente dispersa y fragmentada que una mente
estable y bien gobernada, una mente caótica y confusa que una mente clara y
penetrativa, una mente difusa y agitada que otra encauzada y sosegada.