Mucho se habla sobre la fe. Todas
las religiones gravitan entorno a la fe. La historia del pueblo elegido, desde
los orígenes de la Biblia, está fundamentada en la fe. Todos los grandes
personajes de la Biblia, como Noé, Abraham, Moisés, Josué, David, Salomón,
Isaac, Jacob y tantos otros, extrajeron su fuerza de la fe.
Sólo existe un Poder Infinito y
sólo existe una forma de accionar este Poder Divino: la fe.
Pero no se trata de fe en el
sentido de un sentimiento vago sobre algo que no se puede definir, sobre algo
que representa una esperanza imprecisa, sobre algo que escapa al control de la
mente.
Fe es la certeza de que su
pensamiento es verdadero.
Creer, por lo tanto, es aceptar
definitivamente una cosa como verdadera.
Usted, por ejemplo, cree que el
agua moja y nunca le pasó por la cabeza cualquier especie de duda en cuanto a
eso. El albañil cree que, haciendo una mezcla de arena, agua, cemento y
piedras, el resultado será una masa fuerte de concreto. Su fe en ese resultado
es tan definitiva que ni espera a ver si saldrá bien o no. La cocinera cree
que, colocando un huevo al fuego, el huevo endurece, al paso que la manteca, en
contacto con el fuego, se derrite. Este es un principio sobre el cual la
cocinera no duda.
La mente también tiene sus leyes
y sus principios que nunca fallan, cuando son usados correctamente; por
ejemplo, el pensamiento crea, el deseo atrae y la fe realiza. Esto quiere decir
que todo lo que usted piensa, desea y cree que va a suceder, sucede
obligatoriamente.
El Maestro Jesús, que conocía
todas las leyes universales, hace ya dos mil años enseñaba este principio,
cuando decía: "Pedid y
recibiréis".
Parece increíble que un principio
tan simple y, al mismo tiempo, tan fabuloso, sea verdadero. Pero lo es. En todo
pedido ya viene incluido el recibimiento. Cuando usted pide, automáticamente ya
está atendido, así como, cuando usted bebe agua ya está saciada la sed. No
puede existir un pedido que no pueda ser atendido.
Mas, para que su pedido sea
atendido, usted debe seguir el principio básico de la fe: crea que su pensamiento
es verdadero sea, que su pedido ya está atendido por el hecho de pedir.
Si usted duda o no cree que va a
recibir, eso significa que está mandando dos órdenes opuestas y conflictivas a
su subconsciente.
Como su subconsciente es su
empleado todopoderoso, que no discute órdenes, que no razona y que no
selecciona, sucederá que él no encontrará condiciones para atenderlo a usted.
Por ejemplo, si usted es una persona nerviosa y desea curarse del nerviosismo,
por la ley del pedid y recibiréis, usted orará así, repetidamente: "Yo soy
calmoso, yo soy calmoso, estoy tranquilo, yo soy calmoso".
Al poco tiempo se encuentra con
una amiga que le pregunta cómo está usted, y usted ya comienza a decir que se
siente muy nervioso; que no duerme bien, y cosas así. Evidentemente ha enviado
dos órdenes opuestas a su subconsciente.
Primera orden: yo estoy
tranquilo.
Segunda orden: yo estoy nervioso.
He ahí porque muchos pedidos y
oraciones no son atendidos.
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