Somos asistidos por aquellos que
están más altamente evolucionados que lo que estamos en esta etapa de nuestro
desarrollo. Tal grupo de ayudantes abiertos a nosotros lo constituyen los
ángeles.
Estas radiantes Huestes de Dios
son mencionadas aproximadamente trescientas veces en la Biblia, y también son
exaltados en otras religiones del mundo y en escritos espirituales
contemporáneos, tales como "La Hermandad de Ángeles y Hombres", de Geoffrey
Hodson. Otros ángeles ayudan a dirigir la luz sanadora de Dios. Estos grandes
seres enfocan renovadoras energías en los hospitales, hogares, lugares de
trabajo, escuelas y en todos los lugares que están receptivos y necesitados.
Otros mensajeros inspiran a la humanidad a través de la belleza y la alegría de
las artes creativas. Hay jubilosas armonías y sonidos melodiosos que los
ángeles ayudan a hacer converger en nuestro alrededor, y oiremos esta música de
las esferas cuando podamos llegar a estar más centrados y armonizados en la
Luz. Ángeles que vigilan y ángeles guardianes permanecen cerca de nosotros,
alentándonos a vivir vidas más valiosas, dedicadas a la Verdad y al amoroso
servicio inegoísta. Nuestra conciencia no está limitada al tiempo. En cualquier
momento, “a través de la inspiración y la desesperación”, podemos entrar en
armonía con la Luz, la que nos capacita para recibir aportes de muchas formas
desde fuentes superiores. Así ocurre con muchos de los grandes compositores. En
medio de muchas obras excelentes, parecen haber tenido esos momentos de
especial inspiración.
Algunos compositores, como Handel
durante su composición de “El Mesías”, llegaron a ver Huestes Angélicas, y les
dio crédito para cualquier inspiración que pudieran transmitir en notas y
melodías.
Hoy tenemos unas pocas
composiciones musicales que parecen angélicamente inspiradas. Estas piezas
especiales obran como bendiciendo a los oyentes que las escuchan, y aportan
vibraciones angélicas al ambiente donde suenan. La música angélica trae Luz.
Normalmente es alegre, agudamente clara y viva. A menudo, tal música hace eco
al canto de coros celestiales contenidos en sonidos como de campana o de arpa.
Alguna de estas piezas musicales aporta poderosas energías curativas, y son
especialmente benéficas cuando son tocadas en hospitales, clínicas, o en salas
con pacientes que tienen disturbios mentales. Otra música angélica, tal como,
“La Cabalgata de las Valkyrias”, de Wagner, trae fuerza, mientras que la música
tal como “La Danza de los Espíritus Bienaventurados”, de Gluck, produce la
cualidad de la alegría.
Música a Dios y al Cristo
Examinando minuciosamente la vida
de los grandes compositores, y su música, vemos cuán a menudo acompañó e
inspiró sus esfuerzos una inspiración superior. La mayoría de los compositores
que reconocieron esta Presencia, que trabajó con ellos y a través de ellos,
estaban fuera de instituciones o afiliaciones religiosas particulares. Más aun,
cuando examinamos los diarios personales y las cartas de los grandes compositores,
nos encontramos con que nombran con toda franqueza a la Presencia, de acuerdo
con su propia experiencia de comunión y contacto. En estos casos el compositor
llega a ser el canal de conexión que transmite una mejor comunión entre la
humanidad y el Dios Creador. Como lo expresa Corine Heline: “La misión más
elevada de la música es la de servir como lazo entre Dios y los hombres. Tiende
un puente sobre el cual las huestes angélicas pueden acercarse más a la
humanidad.”
Si consideramos las personalidades
de los grandes compositores, a menudo nos encontramos con ciertas toscas
debilidades o requisitos aun no equilibrados en su carácter y temperamento.
Pero aun en medio de tales defectos, impulsos superiores eclipsan estas
imperfecciones. Aun con todas sus limitaciones humanas - los prejuicios
raciales, la egocentricidad y la conducta irresponsable de Wagner, las rabietas
y brusquedades en el temperamento de Beethoven, etc. - parece que la Divina Luz
invadió sus humanos esfuerzos, a menudo elevando y transformando las obras
comunes en obras maestras eternas que estimulan la evolución del género humano.
Beethoven parecía darse cuenta de su debilidad humana así como de su divino don
cuando dijo: “Oh, Divino, Tú miras en lo
más profundo de mi alma, Tú sabes que el amor al prójimo y el deseo de hacer el
bien moran allí... Oh, Dios, dame fuerzas para conquistarme; nada debe
encadenarme a la vida”. Después de mucha investigación, se encuentra en las vidas de los grandes
compositores muchos ejemplos donde su dedicación a Dios era fervorosa y
prevalecía sobre cualesquiera afiliaciones religiosas particulares. Mozart dijo
en sus anotaciones: “Elevé mi plegaria a
Dios, y la sinfonía comenzó”. J. S. Bach afirmó: “El propósito y la razón final de toda la música no deberían ser nada
más que la gloria de Dios y el refrigerio del espíritu”. Beethoven,
acercándose más a Dios a través de mucho sufrimiento dejó en su diario su
posición final de aceptación como compositor y como hombre, cuando dijo: “Someteré humildemente todas las
oportunidades y cambios de mi vida y pondré toda mi confianza en tu inmutable
bondad, oh, Dios”. El gran compositor bohemio Antonin Dvorak siempre
comenzó sus partituras con las palabras: “Gracias
sean dadas a Dios”, y el devocional maestro austríaco Anton Bruckner dedicó
su Novena sinfonía “Al Amado Dios”. El lema en muchas de las partituras de
Vivaldi fue “Gloria a Dios y a María Bendita”. Handel, escribe su experiencia
extática mientras escribía “El Mesías”: “Pienso que vi todo el Cielo ante mí -
y al Gran Dios Mismo. Si estaba en mi cuerpo o fuera de él, como escribió, no
lo sé. Dios lo sabe”. Haydn nos dice de su alegría en el Señor: “Dios me ha dado un corazón alegre... Cada
vez que pienso en el Amado Dios tengo necesidad de reír. Mi corazón salta de
alegría en mi pecho”. Mientras componía “Parsifal”, Wagner expuso su credo
espiritual: “Creo en Dios, Mozart y
Beethoven, y en sus discípulos y apóstoles; creo en el Espíritu Santo y en la
verdad del arte - uno e indivisible; creo que el arte de la música procede de
Dios y mora en los corazones de todos los hombre iluminados... Me regocijo en
un pensamiento y consideración, el resultado de lo cual puede traer una gran
sanación al mundo... que yo podría poner en claro a Cristo”.
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