La compasión
es un sentimiento de empatía hacia otros seres humanos iguales a nosotros y su
base es el respeto, la disposición al servicio y la solidaridad. La compasión
se encuentra en actos tan sencillos como escuchar, compartir y recordar. Con el
valor de la comprensión reafirmamos y perfeccionamos otros valores como
generosidad y servicio, por poner a disposición de los demás nuestro tiempo y
nuestros recursos; también perfeccionamos la sencillez porque no hacemos
distinción entre las personas a las que ayudamos; solidaridad por tomar en
nuestras manos los problemas ajenos haciéndolos propios; comprensión, porque al
ponernos en el lugar de otros, descubrimos el valor de la ayuda desinteresada.
Para
practicar la compasión debemos intentar ser comprensivos con los demás, todos
nos equivocamos alguna vez. Piensa en alguna ocasión en que te hayas equivocado
y recuerda si alguien fue compasivo contigo, te hizo ver tu error, pero no te
juzgó.
Tener
compasión y sentir lástima no es lo mismo. Muchas veces contemplamos la
desgracia como algo sin remedio y sentimos escalofrío al pensar “qué sería de nosotros en esa situación”,
pero no hacemos nada por cambiarla. En este caso, debemos sentir compasión por
nosotros mismos. Constancio C. Vigil dijo alguna vez: “Cuatro son los caminos que llevan al Señor: la sabiduría, la justicia,
la belleza y, el más seguro de todos, la compasión.” ´
Compasión
significa literalmente "sufrir juntos". Entre los investigadores de
la emoción, que se define como la sensación que surge cuando uno se enfrenta
con el sufrimiento de los demás y se sienten motivados para aliviar ese
sufrimiento.
La compasión
no es la misma que la empatía o el altruismo, aunque los conceptos están
relacionados. Mientras que la empatía se refiere más en general, a nuestra
capacidad de tomar la perspectiva de y sentir las emociones de otra persona, la
compasión es cuando esos sentimientos y pensamientos son el deseo de ayudar. El
altruismo, a su vez, es el tipo, a menudo el comportamiento altruista motivada
por sentimientos de compasión, aunque uno puede sentir compasión sin actuar
sobre él, y el altruismo no siempre está motivado por la compasión.
Mientras que
los cínicos pueden despedir a la compasión como sensiblero o irracional, los
científicos han comenzado a trazar las bases biológicas de la compasión, lo que
sugiere su propósito evolutivo de profundidad. Esta investigación ha demostrado
que cuando sentimos compasión, nuestro ritmo cardíaco se ralentiza, secretamos
la "hormona de la unión"
oxitocina, y las regiones del cerebro relacionadas con la empatía, el cuidado,
y los sentimientos de placer luz, lo cual da lugar a menudo en nuestro querer
enfoque y la atención de otras personas.
Cultivando la compasión. La compasión
está íntimamente ligada a la práctica budista de la liberación. Puede ser
la motivación para esta práctica, así
como su resultado. A medida que la libertad interior crece, aumenta la
capacidad propia para la compasión; a medida que aumenta la compasión propia,
al igual la importancia de la libertad. La liberación sostiene la compasión y
la compasión sostiene la liberación. Ambos se benefician cuando van de la mano.
La compasión
es una forma de empatía y afecto cuyo deseo es el alivio del sufrimiento de
alguien. Conocida como karuna en el budismo, se refiere a esta compasión a
veces como la “joya en la flor de loto.” La flor de loto simboliza el corazón o
la mente que, con la práctica, se transforma en libertad, y la joya representa
la compasión que aparece en el centro de esta flor. El sentimiento de la
compasión sin restricciones es uno de los más bellos sentimientos que una
persona puede experimentar, proporcionando un valioso significado y propósito a
toda vida humana. Su presencia a veces se celebra en el budismo como una
riqueza interior y como una fuente de felicidad.
Dada su
importancia, el budismo no deja la manifestación de la compasión al azar. No
tenemos que aceptar pasivamente cuán a menudo y qué tan fuerte la
experimentamos. Al contrario, es posible desarrollar activamente nuestros
sentimientos de compasión y hacer a un lado los obstáculos que los bloquean.
Debido a que
las personas a veces confunden la compasión con sentimientos de aflicción, es
útil distinguirlos claramente. La compasión no nos hace víctimas del
sufrimiento, mientras que el afligirse por otro sí lo causa a menudo. Aprender
a ver el sufrimiento en el mundo sin internalizarlo y tomarlo personalmente es
muy importante; cuando lo tomamos personalmente es fácil llegar a sentirnos
deprimidos o agobiados. Podemos evitar tomarlo como una carga personal u
obligación así aprendemos a sentir empatía sin involucrar nuestros propios
miedos, apegos y quizás penas que no hemos resuelto.
Esto
significa que para sentir mayor compasión por los otros necesitamos entender
nuestro propio sufrimiento. La práctica de la atención plena es una gran ayuda
para esto. Con atención plena podemos ver mejor nuestro sufrimiento, sus raíces
dentro de nosotros y el camino hacia la liberación del sufrimiento; podemos
empezar a cultivar a la vez la ecuanimidad ante nuestro sufrimiento y la
liberación del mismo.
En este
sentido, es útil apreciar el gran valor de permanecer presente, abierto, y
atento al sufrimiento, tanto al propio como al de los otros. A menudo
necesitamos darnos tiempo a nosotros mismos para procesar eventos y
experiencias difíciles y permitir que las emociones difíciles se muevan a
través de nosotros. Cuando no se requiere una acción inmediata, permanecer
atento al sufrimiento no requiere necesariamente mucha sabiduría ni técnicas
especiales. Sobre todo se necesita paciencia y perseverancia. Una suave
atención plena de nuestro sufrimiento aumenta nuestra habilidad para sentir
empatía por los problemas y los dolores de los otros. Da tiempo para entender y
soltar. Mediante la práctica de liberarse de la reactividad habitual, tomamos
el tiempo para ver y sentir más profundamente lo que está sucediendo. Esto
permite que la empatía opere y que las respuestas más profundas surjan de
nuestro interior. De esta manera, la compasión es evocada y no creada
intencionalmente.
Algunas
personas se muestran renuentes a cultivar activamente la compasión porque les
preocupa que pueda ser poco sincera o artificiosa. Otros temen que los vuelva
sentimentalmente ingenuos o que les impida ver a los demás con claridad o de
manera realista— tal vez por temor a que se aprovechen de ellos si son
compasivos con los demás. Ya que nuestros esfuerzos por ser compasivos pueden
desviarse, vale la pena tener en cuenta estas preocupaciones. Sin embargo, ya
que hay maneras sanas para aumentar nuestra compasión, las preocupaciones no
tienen por qué inhibir nuestros esfuerzos para cultivar la compasión.
Una manera
eficaz para desarrollar la compasión es crear aquellas condiciones que
favorezcan su florecer. Es decir, en vez de forzar en nosotros mismos la
compasión, nos involucramos en actividades que la promuevan naturalmente.
Un requisito
para cultivar la compasión es un sentimiento de seguridad. Es más fácil sentir
compasión si hay seguridad y muy difícil si no la sentimos. Por lo tanto, para
desarrollar una vida confiada y compasiva, puede ser provechoso encontrar
maneras apropiadas para sentirnos seguros. Encerrándonos en nuestra casa, puede
ser que nos sintamos seguros, mas no nos lleva a acrecentar la compasión por los
demás. Aprender a sentirnos seguros en medio del ajetreo de la vida es más
útil. Así mismo, la práctica de la atención plena nos apoya para enfrentar a
algunas de las ansiedades y ensimismamientos que nos hacen más propensos a
sentirnos amenazados.
Es importante
no sentirnos obligados a ser compasivos porque a menudo esto lleva a la
autocrítica y a las tensiones que interfieren con el surgimiento de una
compasión natural. El budismo no exige que sintamos empatía y preocupación por
los demás. Nos dice, sin embargo, que
tenemos la capacidad para ser compasivos y que serlo es un maravilloso
beneficio para nosotros mismos, para los otros y para la práctica de la
libertad. El enfoque puede ser cómo la compasión nos enriquece en vez de como
nos empobrece.
Algunas
personas dudan en cultivar la compasión porque les preocupa tener que dar
demasiado de ellos mismos mientras ayudan a los demás. O temen que tendrán que
pasar tiempo con personas con las cuales se sientan incómodas. Al saber que no
estamos obligados a ser compasivos, puede ser más fácil para nosotros usar
nuestro mejor juicio y sentido común para entender cuándo es apropiado actuar
con compasión y cuándo no.
Tener
confianza en nuestra habilidad para responder al sufrimiento de los demás
facilita que sintamos compasión. Si nos sentimos impotentes, demasiado
incómodos o, incluso, amenazados por los problemas de los demás, la conciencia
de su sufrimiento puede añadir una sensación de amenaza personal. El desarrollo
de la capacidad de sentir la compasión tiene mucho que ver con el entrenamiento
lento y paciente de la atención plena, la concentración y el dejar ir.
Una manera de
fortalecer la compasión es entender y soltar lo que impide que surja. Por
ejemplo, la tensión y el estrés limitan la compasión. Cuando estamos
estresados, estamos generalmente demasiado preocupados para que la empatía
pueda operar. Sin embargo, cuando estamos relajados, nuestra capacidad para la
empatía aumenta. Las personas que cultivan un profundo estado de quietud a
menudo encuentran que de forma espontánea, la quietud abre su corazón y aumenta
la capacidad para sentir compasión y amor.
El egoísmo y
el ensimismamiento también obstruyen la compasión ya que bloquean la atención y
la sensibilidad necesarias para que surja la compasión. Uno de los beneficios
de dejar ir el egoísmo es que la compasión surge más fácilmente.
También
podemos incrementar la cantidad de compasión que sentimos en nuestra vida
estableciendo la intención de hacerlo. Esto puede ser muy específico, como la
intención de ser compasivo en una situación particular o hacia una persona en
particular —o puede ser más general, como la intención de ser compasivo este
día o esta semana. Cuando conscientemente establecemos esta intención, es más
probable que recordemos y que pensemos en términos compasivos. También nos
daremos cuenta de pensamientos compasivos e impulsos que surgen, los cuales
podrían ser eclipsados por otros deseos y preocupaciones.
Valorar la
compasión cuando aparece también puede fortalecerla y facilitar que surja en el
futuro. Podríamos considerar y apreciar los beneficios que puede aportar a
otros y a nosotros mismos. Conocer los beneficios puede ofrecer una sensación
de felicidad que a su vez hace la compasión más atrayente. La compasión puede
ser más atrayente cuando hemos visto cómo puede ser una fuente de felicidad y
cómo puede estar íntimamente relacionada con nuestra libertad interior. La
compasión por los demás puede ser un alivio cuando hemos pasado demasiado
tiempo ensimismados.
Otra
condición favorable es reflexionar deliberadamente sobre la compasión, tal vez
estimulado por la lectura y el hablar regularmente con otros acerca de ella. Lo
que pensamos habitualmente se convierte en una inclinación. Si pensamos sobre
el amor, la bondad y el cuidado por los demás con frecuencia, es probable que
surjan más a menudo pensamientos relacionados con la compasión.
Pasar tiempo
con personas que son compasivas también nos puede ayudar. Las personas que
vemos con frecuencia, a menudo tienen una influencia sobre nosotros. Ver la
compasión en los demás puede alentarla en nosotros mismos.
Por último,
comprender que la compasión es una expresión de amor nos ayuda a reconocer el
tesoro que realmente es. Cuando surge de una libertad interior entonces se
conecta a otras hermosas cualidades de nuestro corazón. Puede aparecer junto
con el bienestar, la calma, la claridad y la paz.
De hecho, hay
mucho que podemos hacer para cultivar la compasión como un aspecto más central
de nuestra vida. A medida que crece la compasión, nuestro ensimismamiento y
apego disminuyen, y la liberación se hace más fácil. A medida que nos
liberamos, la compasión nos es más accesible. Permitir que la compasión y la
liberación se apoyen mutuamente es una de las maneras más bellas de entrenarnos
para recorrer el sendero budista. Puede ser nuestro regalo para el mundo.
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