El Sonido y la Luz influyen toda área de la vida. Cómo
respondamos a estas dos grandes fuerzas universales condicionará una gran parte
de nuestra salud y felicidad. Es, entonces, esencial aprender a usar el sonido
y la luz más sabiamente, de modo que sus energías puedan fluir de nosotros y en
nuestro medio ambiente, colmando la vida con alegría, vitalidad y clara
dirección.
¡Vivimos en la música! El Universo es una
armonía tonal de muchos sonidos -muchas vidas interactuando y vibrando juntas
mientras llenan el gran silencio.
Tu vida, o contribuye a esta armonía creadora o
produce una disonancia. Tú haces música o ruido. La música es el polo positivo
del sonido; sus ritmos y melodías hacen eco a las eternas armonías de los
cielos. De este modo la música es un espejo de sagrada resonancia: abre
transparencias en nosotros, ampliando nuestros horizontes y ayudándonos a
sentir lo que es bello e inspirador. La gran música nos nutre, está siempre
fortaleciéndonos, porque nos pone en armonía con las poderosas ondas de energía
vital y con la insondable Fuente de todo Bien.
El ruido es lo opuesto de la música: es “sonido que
enloqueció”, puesto que su insania es en verdad su inconexión, su fracaso para
hallar algún acuerdo o armonía con el universo en que se está moviendo. La
música noble disipa el caos dinámicamente, trayendo paz, belleza, síntesis y
transformación; el ruido aumenta la separación, la fealdad y la distorsión.
Nos llegan historias sobre cuán sensitivos y
hábiles eran los antiguos para usar la música como arte de curar. Para ellos la
música era no sólo una forma de entretenimiento, sino también una fuente de
salud, conteniendo acordes de ritmo y melodía que armonizan y reequilibran el
organismo humano, eliminando sus impurezas. Sabemos por Manly Hall, prolífico
escritor sobre tradiciones esotéricas, de un incidente en la antigua Grecia,
cuando un hombre iracundo atacó a un enemigo, blandiendo su espada, listo para
matar. De súbito, un “sabio pitagórico”, dándose cuenta de la situación,
produjo un acorde en su lira. Instantáneamente cesó toda ira y odio en el
supuesto atacante y se volvió manso como un cordero.
Gracias!
ResponderBorrarNosotros los humanos somos música, nuestro cuerpo vibra pero tenemos que encontrar nuestro ritmo armónico, la música es de una ayuda insuperable, desde que somos feto vivimos en un mundo de sonidos y me imagino que el ritmo del corazón de la madre es música en los oídos del bebe. Gracias
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