Desde pequeños se nos enseña que
la madurez tiene que ver con la seriedad y la responsabilidad. Así, cuando
crecemos creemos que estamos maduros porque nos ponemos serios, somos realistas
y nos olvidamos de soñar. Exceptuando nuestro entorno, son pocas veces las que
le sonreímos a un desconocido y nos olvidamos que la sonrisa es como un
"virus bueno" que se contagia y alivia tensiones.
Cuando le sonreímos a otro, le
estamos diciendo muchas cosas, entre ellas que nos gusta que comparta el
espacio con nosotros, el otro lo decodifica y también sonríe, y es en ese
momento cuando los pensamientos negativos quedan a un lado.
La sonrisa es un aliviador natural.
Sonreímos cuando nos sentimos bien, cuando sucede algo gracioso, cuando estamos
contentos o emocionados por alguna noticia, y así hay infinidad de situaciones
que nos hacen sonreír.
Pero lo más importante que tiene
la sonrisa cuando va dirigida a otra persona es la transmisión de una sensación
de compañía, que el otro no está solo en el "hormiguero" de gente que
va y viene en medio de las calles de una gran ciudad y que nosotros, al recibir
una sonrisa de vuelta, tampoco lo estamos.
Muchas conversaciones con
personas que no conocemos comienzan con un intercambio de sonrisa. Esta también
es una parte de la magia, otra parte es la sensación de bienestar que causa sonreír
y también lo importante que es en momentos de acompañamiento de otra persona
que sufre.
Muchas veces en momentos en los
que las palabras no pueden cubrir el espacio, lo puede hacer la sonrisa. Es
capaz de comunicar que estoy con el otro y para el otro en su momento de dolor
y, al ser contagiosa, hace que el otro por un momento olvide el dolor que tiene
e inconscientemente, sonría.
Regalar sonrisas es algo efectivo
que podemos hacer para desconectarnos de la rutina, ya que nos saca la
negatividad de los problemas y nos cambia el punto de vista, es como si
cambiaras los polos de negativo a positivo.
Si te animas a regalar sonrisas
en tu vida cotidiana, adelante. Verás que los resultados son infalibles y
realmente mágicos. Sonríe al panadero, al cajero del supermercado, al chofer
del colectivo y hasta a tu compañero de asiento, te darás cuenta en breve de
que la sonrisa es un motor de buenas emociones y que contagia el buen clima a
tu alrededor.
Conserva la energía vital, sigue
una dieta equilibrada, sonríe siempre y sé feliz. Quien encuentra el gozo
dentro de sí mismo, comprueba que su cuerpo está cargado de corriente
eléctrica, de energía vital, proveniente no del alimento sino de Dios. Cuando
sientas que no puedes sonreír, mírate en un espejo y con los dedos tira hacia
arriba de las comisuras de los labios, haciéndolos dibujar una sonrisa. ¡Tal es
la importancia de sonreír!
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