El enojo es una de las emociones
más destructivas. Arruina relaciones, intimida a los compañeros de trabajo, y
genera sentimientos negativos. Así que resulta sorprendente que sea un asunto
que se pase por alto con tanta frecuencia. En algunos ámbitos el enojo incluso
se considera positivo, una herramienta para obtener lo que se quiere.
Sin embargo, llega el momento en
que muchas de las personas enojadas se dan cuenta de que tienen que cambiar de
táctica. Comienzan a ver lo negativo que el enojo es en realidad. Cuando se le
compara con su supuesta utilidad, enojarse resulta exagerado, poco práctico y
nada saludable. Es exagerado porque tu enojo no hace que los demás cambien, sin
importar qué tanto creas que deben hacerlo. Es poco práctico porque la ira de
una persona es diminuta en comparación con los males y las injusticias del
mundo. No es saludable porque el malestar que sientes después de un estado de
estrés es dañino para cada célula de tu cuerpo.
¿Qué tanto depende tu enojo de ti
mismo? ¿Te has puesto a analizarlo y lo has visto como la emoción negativa que
es? Adoptar una postura fuerte en contra de la violencia doméstica, después de
décadas de ignorarla, es un señalamiento a la violencia que nos incomoda
exponer en la vida diaria. El enojo está enraizado en la naturaleza humana, de
eso no hay duda. Y se presenta en toda una gama de variantes, como el
justificado sentido de la justicia, el resentimiento insignificante, las
fantasías de venganza, el acoso de todo tipo, y la intimidación —todas
experiencias humanas muy comunes— antes de intensificarse hasta convertirse en
agresión física, delitos y guerra. Todos nos enfrentarnos a la agresión, ya sea
como víctimas o como agresores.
Suponiendo que has llegado a un
punto en el que quieres hacer algo con tu propio enojo, o el enojo dirigido
hacia ti, ¿dónde empezar? Los psicólogos te aconsejarían que evalúes el nivel
del problema y tomes las medidas pertinentes para lidiar con los problemas que
se presenten. Pero la terapia para el manejo del enojo parece servir de poco;
te enseña a estar más consciente de tu enojo, pero no es útil cuando éste
decide estallar. Se trata de una fuerza demasiado primaria para vencerla con
control racional.
Las tradiciones de sabiduría del
mundo adoptan una táctica distinta, y nos enseñan dos cosas importantes:
Tu enojo únicamente tiene que ver
contigo. Nunca lo enfrentarás sino hasta que vayas hacia adentro para analizarte.
Una vez que vayas hacia tu
interior, verás que el enojo no es parte de tu verdadero yo. Sé tú verdadero yo
y se resolverá el enojo.
El primer punto evita que caigas
en el interminable círculo de la culpa, en el que estás atento a lo que sucede
en el mundo y detectas algo o a alguien que te enfurece, con lo que le das
poder al enojo. Las tradiciones de sabiduría del mundo entienden que suceden
cosas malas, a veces, mucho más terribles de lo que nos podemos imaginar. Pero
sin importar lo despiadado de la falta, la transgresión, o la guerra, el enojo
siempre es personal; su semilla infecta
incluso a las mejores causas. Sólo yendo hacia adentro y sacando la
semilla podrás contribuir a poner fin a la violencia. Esta táctica no le parece
atractiva a aquellos que creen que hay que contraatacar, por supuesto. No será
sino hasta que aceptes la negatividad del enojo y los malos efectos que tiene
en tu personalidad cuando podrás comprobar si ir hacia adentro es la respuesta.
El segundo punto dice que cuando
decidas ir hacia tu interior, te sorprenderá lo enredado que está el enojo con
toda tu personalidad, tus acciones, creencias diarias y la visión que tienes
del mundo. Cada persona contiene el enojo de siglos. Los efectos son tan
penetrantes que no existe respuesta a nivel de tu personalidad-ego, que cree en
el enojo y tampoco puede controlarlo.
El nivel del problema no está al
nivel de la solución. Para encontrar la solución, debes ir al fondo de tu
conciencia, donde existes como el verdadero yo: ese nivel en todos nosotros que
está en silencio, en paz, y satisfecho de existir. El verdadero yo es la fuente
de sabiduría que quieres alcanzar; no es fatalismo pasivo. Te empoderarás con
más creatividad, inteligencia, tolerancia y compasión, que son precisamente lo
que se necesita para poner fin a la violencia en ti mismo y en el mundo. Vale
la pena considerar si el viaje al verdadero Yo es lo suficientemente valioso
para hacerlo. Es la única respuesta al daño que el enojo ha causado en la vida
de cada uno de nosotros.
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