sábado, 12 de septiembre de 2015

Sanación a través del sonido



Absolutamente todo lo que está en la Naturaleza está vibrando. "Todo es vibración", es un principio universal.
Nuestras células, tejidos, órganos, son compuestos de átomos que vibran en distintas frecuencias. En el estado natural de salud en el ser humano, todas esas frecuencias vibran en armonía, como en una inmensa sinfonía.


Sin embargo, ese estado de equilibrio se pierde fácilmente. El estrés, los ritmos de vida actual, las tensiones físicas y emocionales, interfieren en esa armonía interna, y nos conducen al cansancio, al dolor y a las enfermedades del cuerpo, de la mente y de las emociones.

Cuando el sonido fluye a través de nuestro cuerpo, afecta a su vibración y permite un reordenamiento molecular.

Usar diversos instrumentos como flautas Cherokee de los indios de Norteamérica, diapasones, cuencos, campanas tibetanas, didgeridoo, percusión, tu voz, arpa de boca y más, te darán la sensación de paz y armonía.

El sonido lleva una cierta frecuencia y el cuerpo la reconoce. Ciertas combinaciones armónicas del sonido son interpretadas por el cuerpo humano como una clave hacia el restablecimiento del equilibrio interno, el retorno hacia el estado de salud. Esa clave es la armonía, que convierte al sonido en una poderosa herramienta de transformación. El sonido puede modificar cualquier sustancia, re ordenarla, y en definitiva, sanar.

Pitágoras afirmaba que "cada cuerpo celestial, cada átomo, produce un sonido particular debido a su movimiento, ritmo o vibración. Es más, todos esos sonidos o vibraciones componen una armonía universal en la que cada elemento, sin perder su propia función y carácter, contribuye a la totalidad", lo cual incluye al cuerpo humano. Cada célula y cada órgano de nuestro cuerpo, por tanto, vibran continuamente a una determinada frecuencia. Y así, cuando un órgano está sano su frecuencia vibratoria está en armonía con el resto del cuerpo; pero si esa frecuencia se altera se rompe la armonía y aparece lo que conocemos como enfermedad.

También sabemos hoy -por el principio de resonancia- que es posible modificar estas frecuencias alteradas a través de la transmisión de otras frecuencias. Y eso es lo que convierte al sonido en un proceso terapéutico capaz de abrir la puerta al equilibrio físico, emocional, mental y espiritual. Y es que merced al principio de resonancia, que el sonido de los cuencos de cuarzo y los cuencos tibetanos (metálicos) ajusta la vibración de la persona a la misma frecuencia emitida por el cuenco, es decir, terminan ambos vibrando al mismo ritmo.


El sonido de los cuencos de cuarzo, cuencos tibetanos y didgeridoo, afecta de manera global al individuo. Primero equilibra su cuerpo energético y los chakras (centros de energía) y luego limpia el campo áurico. Además, la vibración repercute en la columna que actúa como vehículo de resonancia y se extiende a través del sistema nervioso a nuestras células, tejidos y órganos. Esa es la razón de que la vibración producida por los cuencos tenga la capacidad de disolver bloqueos en el cuerpo físico y sutil así como de que se utilice en casos de contracturas musculares, roturas y otros problemas óseos. La vibración de los cuencos resuena y armoniza la estructura cristalina presente también en nuestro esqueleto.

1 comentario:

  1. Gracias por este articulo me pareció muy interesante y si creo que la música cura pues nos ayuda a serenar las emociones.

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