lunes, 31 de agosto de 2015

Amor Conyugal


En su expresión más idealizada, el amor conyugal puede ser una de las expresiones del amor humano más grandes. Jesús dio a entender esto cuando dijo: “Por esta razón el hombre deberá dejar a sus padres y unirse a su mujer.” Cuando un hombre y una mujer se aman pura y genuinamente el uno al otro, hay una completa armonía entre su cuerpo, su alma y su mente. Cuando su amor se expresa en su estado más elevado, tiene como resultado una perfecta unidad. Pero este amor también tiene su parte mala; puede ser contaminado por el abuso del sexo, que eclipsa el amor divino. La naturaleza ha dado una gran fuerza al impulso sexual, para que así la creación siga su curso; por consiguiente, el sexo tiene una parte en la relación entre hombre y mujer. Pero si convierte en el factor dominante, el amor desaparece por completo y en su lugar aparecen la posesividad y el abuso y la pérdida de la amistad y la comprensión. Aunque la atracción sexual es una de las condiciones bajo las cuales nace el amor, el sexo por sí solo no es amor. Sexo y amor están tan separados como el Sol y la Luna. Solo cuando el verdadero amor es lo más importante en la relación, el sexo se convierte en una forma de expresar ese amor. Aquellos que se preocupan demasiado del sexo fracasan en su intento de encontrar una relación conyugal satisfactoria. Es mediante el autocontrol que evitamos que el sexo sea la emoción dominante. En este mundo moderno, desafortunadamente, el amor es casi siempre destruido por poner demasiado énfasis en la experiencia sexual.

Aquellos que practican una moderación natural - no forzada - en su vida sexual desarrollan otras cualidades en la relación marido-mujer: amistad, comprensión, amor mutuo.
Un hombre de generosa devoción. Amaba tan profundamente a su mujer, que su amor por ella se transformó en amor divino. Después de morir ella, él erró durante años intentando encontrarla. Al final lo consiguió, halló a Dios a través de su amor hacia ella. Esta es la historia: En sus viajes después de la muerte de su esposa buscó a un santo en los Himalayas. Persuadió al santo hombre para que prometiera iniciar espiritualmente a él y a su esposa. Después de prometerlo, el santo preguntó dónde estaba su esposa. El marido le dijo que estaba muerta. El santo, no obstante, mantuvo su promesa. Instruyó al hombre en la meditación y empezó a invocar la presencia de su esposa. Entonces los dos se sentaron juntos y recibieron la iniciación por parte del santo. Después de eso, el hombre les bendijo y ella partió. A partir de ese momento, el marido se dio cuenta de que lo que consideraba la amada forma de su esposa era en realidad una manifestación individualizada de la conciencia de Dios - como cada ser humano. El verdadero significado del amor divino, que es el responsable de cada relación ideal, le fue revelado. La suya fue una experiencia única y real.
Pero el amor conyugal es engañoso, y muchas personas dejan este mundo con el corazón insatisfecho. Ellos no han buscado el amor conyugal por el camino correcto. Atraídos por el aspecto físico, buscan un compañero del alma en un cementerio de bellas formas, sin pensar que dentro puede haber un demonio. No se condena al hombre y la mujer por responder a la ley divina de la atracción; se condena la perversión de esa atracción a través de la lujuria. Cada hombre que ve a la mujer como un objeto de deseo y que usa a las mujeres para satisfacer su lujuria se está autodestruyendo: el continuo abuso del sexo perjudica el sistema nervioso y afecta al corazón, destruyendo eventualmente el amor y la felicidad. La humanidad debe darse cuenta de que la naturaleza básica del alma es espiritual. Para un hombre y una mujer, verse el uno al otro como un medio de satisfacer el deseo es como buscar la destrucción de la felicidad. Lentamente, poco a poco, la paz mental desaparecerá.
El abuso del sexo es comparable a conducir un coche sin aceite; el cuerpo no puede aguantarlo. Cada gota de esencia vital perdida es el equivalente a la pérdida de ocho gotas de sangre. Pero el punto importante a recordar es aprender a controlarse - la mera supresión puede ser perjudicial.
El hombre y la mujer deben verse el uno al otro como un reflejo del Divino. Es muy bonito cuando el marido llama ‘madre’ a su mujer, o cuando ella le llama ‘padre’. Cada mujer debería ver al hombre como un padre. La actitud hacia las mujeres es la misma que hacia una madre. No es una mujer, sino una expresión de la Madre Divina a la cual vemos hablándonos a través de una mujer.
Las mujeres no deberían luchar por atraer al hombre con su atractivo físico. Uno siempre debería parecer arreglado, y no es malo querer ser atractivo, si se hace con buen gusto. Pero es erróneo intentar atraer a propósito al sexo opuesto mediante la atracción sexual. La atracción entre el hombre y la mujer debe surgir del alma. Aquellos que tienen autocontrol tienen mejores oportunidades para atraer a la pareja correcta. Muchas chicas han venido a quejarse de que los chicos quieren tener relaciones sexuales primero o no quieren saber nada de ellas. La experiencia sexual es ruinosa para los jóvenes.
En la India, la gente joven nunca se toca o se besa antes del matrimonio. El amor llega primero. Eso es lo ideal. Cuando dos personas sienten una atracción incondicional por el otro y están dispuestos a sacrificarse por la pareja, están realmente enamorados. Solo entonces están preparados para una relación íntima de matrimonio. La posesividad por sí sola no resultará. Cuando un miembro del matrimonio intenta controlar al otro, muestra una gran falta de respeto y amor. Pero cuando expresan su amor en el continuo pensamiento de la felicidad del otro, se convierte en amor divino. En una relación como esa vemos parte del Divino Señor.
Muchas esposas dicen ‘Mi marido no quiere que me interese por las cuestiones espirituales.’ Esto es extremadamente egoísta. Si la esposa está intentando ser más espiritual, el marido debería cooperar. Él no la perderá; por el contrario, él recibirá una parte de su virtud. Lo mismo puede aplicarse a la esposa. Lo mejor que puede desear un marido o una esposa por el cónyuge es la espiritualidad, ya que el descubrimiento del alma lleva consigo las cualidades divinas de la comprensión, la paciencia, el amor. Pero cada uno debe recordar que el deseo de crecimiento espiritual no puede forzarse en el otro. Vive el amor y tu bondad inspirará a todos tus seres queridos.
Después de unos pocos años de matrimonio, miles de hombres y mujeres se preguntan: ‘¿Dónde ha ido nuestro amor?’ Ha sido quemado a causa del abuso del sexo, el egoísmo y la falta de respeto. Cuando esas cualidades entran en la relación, el amor se convierte en cenizas. La mujer se enfada con el hombre cuando este trata de controlarla o cuando ella cree que la ha olvidado. De cualquier forma, el insulto es una de las peores cosas que pueden pasar en la pareja. Dicen que una lengua de siete centímetros de una mujer puede matar a un hombre de dos metros. Cuando el hombre y la mujer se maltratan el uno al otro destruyen la felicidad de estar juntos. El hombre debería intentar ver a Dios en la mujer y ayudarla a ser consciente de su naturaleza espiritual. El debería hacer notar a ella que no está simplemente para satisfacer sus deseos sensuales, sino que es una compañera a quien él respeta como una expresión del Divino. Y la mujer debería ver al hombre del mismo modo. Otra actitud equivocada es la de temer al sexo opuesto; una aversión anormal, así como una atracción anormal es una actitud malsana. Aprender a ver a la mujer no como un instrumento creado para la destrucción moral del hombre, sino como una representación de la Madre Divina. Si el hombre ve a la mujer como un símbolo de la Madre, él encontrará una protección como no la ha hallado nunca. A través de la gracia divina, ser capaz de cambiar la conciencia de muchos hombres y mujeres con este pensamiento espiritual: cada hombre debería ver a la mujer como un símbolo de la Madre del Universo, y cada mujer debería ver al hombre como una encarnación del Padre del Universo. Estas personas sintieron que la Madre divina y el Padre celestial habían hablado.

Existiría el amor conyugal si no hubiera atracción sexual. Las personas normales no tendrían capacidad para sentir amor, pero aquellos que están espiritualmente desarrollados podrían, porque no están atados a los pilares del sexo. Aquellos que han cultivado las cualidades de su alma saben que el sexo no tiene nada que ver con su verdadero amor. Si desarrollas el verdadero amor de tu alma, empezarás a ver algo del Divino. Jesucristo manifestó ese amor, que es puro y grande y maravilloso. Este amor halló también expresión en la vida de muchos santos.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...