martes, 11 de agosto de 2015

LA ABEJA


 
Miniatura del bosque soberano,
y consentida del vergel y el viento,
los campos cruza en busca de sustento,
sin perder nunca el colmenar lejano.

De aquí a la cumbre, de la cumbre al llano,
siempre en ágil, continuo movimiento,
va y torna, como lo hace el pensamiento
en la colmena del cerebro humano.

Lo que saca del cáliz de las flores,
lo conduce a su selva reducida,
y sigue sin descanso sus labores;

¡Sin saber ay! Que en su vaivén incierto
lleva la miel para la amarga vida
y el blanco cirio para el pobre muerto.
 
 
 

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