viernes, 28 de agosto de 2015

El Subconsciente


El subconsciente es uno de los grandes misterios de la humanidad. Todos sabemos que tenemos subconsciente, y lo hemos asumido como algo normal, pero si lo piensas detenidamente, es muy raro, ¿no? ¿Cómo puede ser que una parte de nuestra propia mente esté escondida? ¿Cómo puede ser que no podamos acceder a algo que es nuestro? Si no lo tenemos nosotros, ¿dónde está?

No es que sea raro, es rarísimo. Y aún es más raro que hayamos aceptado la existencia del subconsciente con tanta facilidad sin sorprendernos un poco más.
Nuestro subconsciente no hace juicios. Acepta todo lo que decimos, y crea en concordancia con nuestras creencias. Siempre dice «sí». Nuestro subconsciente nos ama y nos proporciona lo que nosotros afirmamos. Pero tenemos elección. Si elegimos conceptos y creencias de pobreza, entonces el subconsciente supondrá que eso es lo que deseamos, y continuará dándonos estas cosas hasta que decidamos cambiar nuestros pensamientos, palabras y creencias por otros mejores. Nunca estamos obstaculizados porque siempre podemos volver a elegir. Hay millones y millones de pensamientos entre los cuales podemos escoger.
Nuestro subconsciente no sabe distinguir entre lo verdadero y lo falso, o entre lo correcto y lo incorrecto. No nos conviene desaprobarnos de ninguna manera. No nos conviene decir algo así como «¡Ay, estúpido de mí!», porque el subconsciente escuchará ese diálogo interno y al cabo de un tiempo nos sentiremos realmente estúpidos. Si lo repetimos mucho se convertirá en una convicción en nuestro subconsciente.
El subconsciente no tiene sentido del humor. Es muy importante saberlo y comprenderlo. No se puede hacer una broma respecto a uno mismo y pensar que eso no tiene importancia. Cualquier frase despectiva que pronuncies sobre ti mismo, aun cuando la digas con la intención de ser ingenioso o divertido, tu subconsciente la aceptará como verdadera.
No hagas chistes ni comentarios despectivos sobre ti, ya que no te crearán buenas experiencias. Tampoco los hagas sobre otras personas. El subconsciente no distingue entre ti y los demás. Escucha las palabras y cree que hablas de ti mismo. La próxima vez que te sientas tentado a criticar a alguien, pregúntate por qué piensas eso de ti mismo. Vemos en los demás sólo aquello que vemos en nosotros mismos. En lugar de criticar a los demás, elógialos, y verás cómo dentro de un mes notarás un enorme cambio en ti.
Nuestro mundo es en realidad un asunto de enfoque y actitud. Fíjate en la forma en que se expresan las personas solas, desdichadas, pobres, enfermas. ¿Qué palabras emplean? ¿Qué han aceptado como verdad sobre sí mismas? ¿Cómo se describen a sí mismas? ¿Cómo describen su trabajo, su vida, sus relaciones? ¿Qué esperan de la vida? Presta atención a sus palabras, pero por favor, no vayas por ahí diciéndoles a personas desconocidas que están arruinando su vida por la forma en que hablan. Tampoco lo hagas con tus familiares y amigos, porque no te lo agradecerán ni valorarán la información. Pero sí usa esta información para iniciar una nueva relación contigo mismo, y llévala a la práctica si deseas que tu vida cambie, porque incluso en el más pequeñísimo plano, si cambias tu forma de hablar, también cambiarán tus experiencias.
Si estás enfermo y crees que tu enfermedad es incurable, que te vas a morir y que la vida es una miseria porque nada te funciona... ¿adivinas qué pasa?
Puedes elegir renunciar a tu concepto negativo de la vida. Empieza por afirmar que eres una persona amable (digna de amor), digna de curarte, y que atraes todo lo que necesitas en el aspecto físico para sanar. Afirma que estás dispuesto a ponerte bien y que puedes hacerlo confiadamente porque estás a salvo.
Muchas personas solamente se sienten a salvo cuando están enfermas. Suelen ser del tipo que tienen dificultad para decir «no». La única forma en que pueden negarse a hacer algo es diciendo: «Me siento demasiado mal para hacerlo». Es la excusa perfecta.
¿Cuáles son los mensajes que deseas escuchar? «Amarnos a nosotros mismos es lo más importante que podemos hacer, porque cuando nos amamos, no nos hacemos daño ni tampoco se lo hacemos a ninguna otra persona». Es la receta para la paz mundial. Si yo no me hago daño y no te hago daño, ¿cómo podemos estar en guerra? Cuantas más personas lleguemos a ese lugar, mejor será el planeta. Comencemos a tomar conciencia de lo que sucede escuchando las palabras que decimos, en nuestro diálogo interno y en el diálogo con los demás. Entonces podremos empezar a realizar los cambios que nos ayudarán a curarnos a nosotros mismos y al resto del planeta.


El subconsciente es un cuarto cerrado habitualmente. Por tanto las informaciones que están allí no nos llegan con fluidez. Es cierto que ciertas informaciones que obran en su poder no nos las proporciona para evitarnos dolor. Pero no se preocupe, porque lo que es claramente perjudicial no lo va a proporcionar.

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